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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort


              Abril 5: comienza la misión durante la cual Monseñor
              Esteban de Champflour anuncia su visita pastoral para
              el 22 del mes, con gesto de excepcional deferencia para el
              misionero. Montfort se dedica a prepararle el recibimiento
              con tanto entusiasmo que al llegar el obispo él estaba tan
              agotado que no puede salir a recibirle. En un acto heroico
              se levanta en la tarde y después de un sermón de fuego
              sobre el amor de Jesucristo, sobrecogido por una pleuresía
              aguda, se acostó definitivamente consumido por el ardor
              de la fiebre y el celo misionero.

              Abril 27: sintiendo cercana su muerte, Luis María Grignion
              de Montfort se confesó y recibió la unción de los enfermos
              “con tales sentimientos de piedad  como podía esperarse
              de un sacerdote que había vivido la pureza de un ángel
              y moría gastado por el celo de un apóstol”. Luego dictó
              su testamento y encargó el cumplimiento del mismo a su
              confidente y confesor, el P. Renato Mulot. Lo firmó con
              mano temblorosa y el 28 de abril de 1716 terminó su vida
              temporal con la disponibilidad con que la había gastado
              en manos del Padre que nunca le falló. Tantas veces había
              hablado Montfort de la muerte a multitudes de fieles y
              había publicado un opúsculo “sobre las disposiciones para
              bien morir”, en el que combinaba la prudencia humana con
              actitudes cristianas para una muerte santa y santificadora.
              Sobre las últimas páginas en blanco Montfort hizo escribir su
              testamento, como corroborando con su ejemplo las normas
              tantas veces inculcadas a otros.

              Más que los pocos bienes materiales y los instrumentos
              de misión, Luis María Grignion de Montfort dejó a los
              miembros de su familia misionera y a la Iglesia universal
              las riquezas de su patrimonio espiritual, la experiencia de
              Dios vivida intensamente al servicio preferencial de los
              pobres, y los tesoros del amor de Dios concentrado en la
              Sabiduría de la cruz y en la ternura de su corazón que pidió
              fuera depositado a los pies de la Santísima Virgen María.


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