Directrices de nuestra Congregación
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a Compañía de María, padres montfortianos, es una Congregación Religiosa consagrada a la evangelización, es decir, al anuncio de Jesucristo. Su fundador y padre espiritual es san Luis María de Montfort, misionero de origen francés.
Tres líneas fundamentales inspiran y dinamizan la Compañía de María:
1. El aspecto Misionero
El P. de Montfort quiso que su Congregación fuera Misionera para que continuara la misión que Cristo confió a su Iglesia. En su Regla Manuscrita dice. “… son llamados por Dios a la vida misionera” RM 2
Nuestra misión en la Iglesia consiste en revelar el misterio de la salvación a quienes no lo conocen y ayudar a descubrirlo de nuevo y profundizar en él a quienes ya han escuchado la Buena Noticia, mediante la toma de conciencia de sus compromisos bautismales.
Los misioneros de la Compañía de María anuncian a Jesucristo, Sabiduría encarnada, mediante el testimonio de vida y sus palabras, pues sólo se cree cuando el ejemplo confirma las palabras.
2. El aspecto Comunitario
Para realizar el trabajo misionero, el P. de Montfort quiso una Comunidad, es decir, una congregación, un grupo, una asamblea, y no personas dispersas y yuxtapuestas. Una Comunidad que viva la caridad, y que ésta sea la guardiana de la Compañía y en la que todos se sientan responsables unos de otros.
El aspecto Mariano
El P. de Montfort quiso que su Congregación estuviese al servicio de la santísima Virgen María. Pide con insistencia a Dios Hijo que forme y suscite esa Compañía: “Señor Jesús, acuérdate de dar a tu Madre una nueva Compañía” SA 6
Por lo tanto, el carácter mariano de la Congregación es un valor esencial, y María no está presente en la vida de los misioneros de manera accidental: “la devoción a María es parte integrante de su vida espiritual y de su apostolado” Const. 39
Montfortianos en Colombia
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a historia de los Misioneros Montfortianos en Colombia se remonta a octubre del año 1902, cuando el P. Armando Renato Maurille, superior general de la Compañía de María, fue abordado en Roma por Mons. Francisco Ezequiel Soto, obispo peruano, con el fin de pedirle misioneros para su diócesis. La respuesta fue afirmativa. El 11 de noviembre del mismo año monseñor Francisco viajó en barco a Lima acompañado de tres sacerdotes montfortianos: dos franceses y uno holandés. En Lima se unión al equipo el P. Alain Gourion, quien trabaja en Haití desde 1889.
Bien pronto comienzan las dificultades. Monseñor Francisco al regresar a Lima cae enfermo y muere de manera imprevista en febrero de 1903. Igual aconteció al P. Maurille, superior general, quien falleció en Roma el 16 de febrero de 1903. Ante estas dificultades, el nuevo gobierno de los Padres Montfortianos ordena al equipo misionero de abandonar Perú y de trasladarse a Colombia.
De esta manera, el equipo misionero, los padres Dionisio Le Tendre, Luis Douarin, y Huberto Damoiseaux se trasladan a la ciudad de Bogotá donde se unieron a dos misioneros franceses, el P. Eugenio Moron y el Hno. Cipriano, que fueron enviados a Colombia con el fin de reforzar el equipo misionero.
En Colombia tomaron la dirección de una Prefectura Apostólica en la Intendencia Oriental de Colombia sobre las orillas del río Orinoco. Luego, en un tiempo muy corto, el arzobispo de Bogotá pide al equipo misionero de asumir también la Prefectura Apostólica de los Llanos de San Martín.
El conjunto de las dos Prefecturas conformaban un territorio 350.000 Km2 de llanura y selva, con población indígena, mestiza y llanera. El P. Eugenio Moron fue nombrado como Prefecto Apostólico de las dos Prefecturas…
Cien años en Colombia construyendo futuro
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Escrito por Mons. José Aurelio Rozo