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↑ ÍNDICE
La Compañía de María, Súplica Ardiente
¡Tu ley divina es quebrantada!
¡Tu Evangelio, abandonado!
¡Torrentes de iniquidad inundan toda la tierra
y arrastran hasta a tus mismos servidores!
¡La tierra entera se halla desolada! (Jr 12,11).
¡La impiedad se asienta en el trono!
¡Tu santuario es profanado
y la abominación impera hasta en el lugar santo!
(Dn 9,27; Mt 24,15).
¿Lo dejarás todo así abandonado,
Señor de la justicia, Dios de las venganzas?
¿Vendrá a ser todo, en definitiva,
como Sodoma y Gomorra?
¿Permanecerás siempre callado?
¿Seguirás soportándolo todo?
¿No es necesario, acaso, que se haga tu voluntad
en la tierra como en el cielo y que venga tu reino?
¿No has mostrado de antemano a algunos de tus amigos
una renovación futura de tu Iglesia?
¿No han de convertirse los judíos a la verdad?
¿No espera esto la Iglesia?
¿No te piden a gritos los santos del cielo:
“¡justicia!, ¡venganza!”?
¿No te dicen todos los justos de la tierra:
Amén; ven, Señor? (Ap 22,20).
Todas las criaturas, aun las más insensibles,
gimen bajo el peso
de los innumerables pecados de Babilonia
y piden tu venida para restaurarlo todo:
La creación entera gime... (Rom 8,22).
2. SÚPLICA AL HIJO
6 Señor Jesús: acuérdate de tu Congregación.
Acuérdate de darle a tu Madre
esta nueva Compañía, para renovarlo todo por Ella
y llevar por Ella a plenitud los años de la gracia
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