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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
Renueva los prodigios, repite los portentos (BenS 36,5):
haz que sintamos la ayuda de tu brazo.
¡Oh Dios soberano, que de piedras toscas
puedes formar otros tantos hijos de Abrahán! (Ver Mt
3,9; Lc 3,8), pronuncia como Dios una sola palabra
para enviar buenos obreros a tu mies
y excelentes misioneros a tu Iglesia.
4 Dios de bondad
acuérdate de tus antiguas misericordias
y, gracias a ellas, acuérdate de esta congregación.
Acuérdate de las reiteradas promesas
que nos has hecho, a través de tus profetas
y de tu propio Hijo,
de escuchar nuestras justas peticiones.
Acuérdate de las plegarias
que te han hecho tus siervos
desde hace tantos siglos.
Que sus votos, sus sollozos,
sus lágrimas y su sangre derramada
lleguen hasta ti para implorar poderosamente tu
misericordia.
Pero, sobre todo, acuérdate de tu Hijo:
mira el rostro de tu Ungido (Sal 84[83], 10)
Su agonía, su confusión y su queja amorosa
en el Huerto de los Olivos
cuando dijo: ¿qué ganas con mi sangre? (Sal 30 [29],10).
Su muerte cruel y la sangre que vertió
te imploran a gritos misericordia,
a fin de que por medio de esta Congregación,
se establezca su imperio
sobre las ruinas del de sus enemigos.
5 Acuérdate, Señor, de esta comunidad,
en los efectos de tu justicia:
Es hora de que actúes, Señor:
han quebrantado tu voluntad (Sal 119[118]126).
¡Es hora de realizar tus promesas!
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