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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
CONCLUSIÓN PRÁCTICA
CULTIVO Y CRECIMIENTO DEL ÁRBOL
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DE LA VIDA O VIDA DE CRISTO EN
NOSOTROS A TRAVÉS DE LA
CONSAGRACIÓN A MARÍA
1. LA CONSAGRACIÓN, ÁRBOL DE LA VIDA 72
70 ¿Has comprendido, por acción del Espíritu Santo, lo
que acabo de decirte? ¡Dale gracias a Dios! Pues se trata de
un secreto que casi nadie conoce.
Si has hallado el tesoro escondido (Mt 13,44-46) en el campo de
María, la perla preciosa del Evangelio, tienes que venderlo
todo para comprarlo; tienes que renunciar totalmente a tu
egoísmo y perderte dichosamente en María para hallar en
Ella a Dios sólo.
Si el Espíritu Santo ha plantado en ti el verdadero árbol de
la vida, es decir, la consagración total a María que acabo de
explicarte, tienes que poner el mayor empeño en cultivarlo
para que dé fruto oportuno.
Esta devoción es el grano de mostaza de que habla el
Evangelio (Mt 13,31; Mc 4,31), el cual, siendo al parecer la
más pequeña de todas las semillas, crece y se eleva tan alto,
que las aves del cielo, es decir, los predestinados, anidan
en sus ramas, reposan a su sombra durante el calor del sol
y se guarecen de las fieras.
72 La expresión “árbol de la vida” proviene de Gén 2,9. En el P. de Montfort
designa: a) el árbol de la cruz de Jesucristo (SM 22); b) a la Santísima
Virgen (ASE 204; SM 67.78; VD 44. 164. 218; SM 67 y 68); c) a la misma
consagración a Jesús por María en su dinámica de crecimiento (SM 70-
78).
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