Page 347 - Obras_Completas_2da_Ed
P. 347
↑ ÍNDICE
Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
7 Los santos han dicho cosas admirables de esta ciudad
7
santa de Dios . Y, según ellos mismos testifican, nunca
8
han estado tan elocuentes ni se han sentido tan felices
como al hablar de Ella. Todos a una proclaman que la
altura de sus méritos, elevados por Ella hasta el trono
de la divinidad, es inaccesible; la anchura de su caridad,
dilatada por Ella más que la tierra, es inconmensurable;
la grandeza de su poder, que se extiende hasta sobre el
mismo Dios, es incomprensible (ver Ef 3,18; Ap 12,15-16);
y, en fin, que la profundidad de su humildad y de todas sus
virtudes y gracias es un abismo insondable. ¡Oh altura
incomprensible! ¡Oh anchura inefable! ¡Oh grandeza sin
medida! ¡Oh abismo impenetrable!
8 Todos los días, del uno al otro confín de la tierra, en lo
más alto del cielo y en lo más profundo de los abismos,
todo pregona y exalta a la admirable María. Los nueve
coros angélicos, los hombres de todo sexo, edad, condición,
religión, buenos y malos, y hasta los mismos demonios, de
grado o por fuerza se ven obligados -por la evidencia de la
verdad- a proclamarla bienaventurada.
Todos los ángeles en el cielo –dice San Buenaventura–
le repiten continuamente: “¡Santa, santa, santa María!
¡Virgen y Madre de Dios!”, y le ofrecen todos los días
millones y millones de veces la salutación angélica: Dios
te salve, María..., prosternándose ante Ella y suplicándole
que, por favor, los honre con alguno de sus mandatos. “San
Miguel –llega a decir San Agustín–, aún siendo el príncipe
de toda la milicia celestial, es el más celoso en rendirle y
hacer que otros le rindan toda clase de honores, esperando
siempre sus órdenes para volar en socorro de alguno de
sus servidores”.
7 Ver VD 48.261.
8 San Bernardo decía: “Nunca me siento tan contento ni temeroso como
cuando debo hablar de la gloria de la Virgen María”.
348