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↑ ÍNDICE
Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen
ese maldito enemigo de Dios, le dio tanta sagacidad para
descubrir la malicia de esa antigua serpiente y tanta fuerza
para vencer, abatir y aplastar a ese orgulloso impío, que
el diablo la teme no sólo más que a todos los ángeles y
hombres, sino, en cierto modo, más que al mismo Dios. No
ya porque la ira, odio y poder divinos no sean infinitamente
mayores que los de la Santísima Virgen, cuyas perfecciones
son limitadas, sino:
1. porque Satanás, que es tan orgulloso, sufre infinitamente
más al verse vencido y castigado por una sencilla y
humilde esclava de Dios, y la humildad de la Virgen
lo humilla más que el poder divino;
2. porque Dios ha concedido a María un poder tan grande
contra los demonios, que –como, a pesar suyo, se han
visto muchas veces obligados a confesarlo por boca de
los posesos– tienen más miedo a un solo suspiro de
María en favor de una persona que a las oraciones de
todos los santos, y a una sola amenaza suya contra ellos
más que a todos los demás tormentos.
53 Lo que Lucifer perdió por orgullo lo ganó María con la
humildad. Lo que Eva condenó y perdió por desobediencia
lo salvó María con la obediencia. Eva, al obedecer a la
serpiente, se hizo causa de perdición para sí y para todos
sus hijos, entregándolos a Satanás; María, al permanecer
perfectamente fiel a Dios, se convirtió en causa de salvación
para sí y para todos sus hijos y servidores, consagrándolos
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al Señor .
54 Dios no puso solamente una hostilidad, sino
hostilidades, y no sólo entre María y Lucifer, sino también
entre la descendencia de la Virgen y la del demonio. Es
decir, Dios puso hostilidades, antipatías y odios secretos
entre los verdaderos hijos y servidores de la Santísima
44 Ver L.G. 56; San Ireneo, Adv. Haer. II 22,4: PG 7,959A; Harvey, 2,123-
124.
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