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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
todos los días y obrando el bien. Contemplarán cómo el
grano que ahora parece tan pequeño, se convertirá con el
tiempo en un gran árbol en el que las aves del cielo –es decir,
las almas predestinadas y elevadas en contemplación–
pondrán su nido y morada para guarecerse a la sombra de
sus hojas de los ardores del sol, preservarse en su altura
de las fieras de la tierra y, finalmente, alimentarse con la
delicadeza de su fruto, que no es otro que el adorable Jesús,
a quien sea el honor y la gloria por la eternidad. Amén.
DIOS SÓLO
CAPULLO DE ROSA
A los Niños.
7 A Uds., queridos niños, les ofrezco un hermoso capullo
de rosas: el granito de su Rosario, que les parece tan
insignificante. Pero... ¡Oh! ¡Qué grano tan precioso! ¡Qué
capullo tan admirable! y ¡cómo se desarrollará, si recitan
devotamente el Avemaría! Quizás sea mucho pedirles
que recen un Rosario todos los días. Recen, por lo menos,
una tercera parte, con devoción. Será una linda diadema
de rosas que colocarán en las sienes de Jesús y de María.
¡Créanmelo! Escuchen ahora y recuerden esta hermosa
historia.
8 Dos niñitas, hermanas, estaban a la puerta de su casa
recitando el Rosario devotamente. Se les aparece una
hermosa Señora, que acercándose a la más pequeña -de
sólo seis años- la toma de la mano y se la lleva. La hermana
mayor, llena de turbación, la busca y no habiendo podido
hallarla, vuelve a casa llorando y diciendo que se habían
llevado a su hermana. El padre y la madre la buscan
inútilmente durante tres días. Pasado este tiempo, la
encuentran en la casa con el rostro alegre y gozoso. Le
preguntan de dónde viene. Ella responde que la Señora
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