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↑ ÍNDICE


                                             El Secreto Admirable del Santísimo Rosario

                   SEGUNDA ROSA


                              Origen del Rosario.

                   10    El Santo Rosario, compuesto fundamental y sustan-
                   cialmente por la oración de Jesucristo (el Padrenuestro),
                   la  salutación  angélica  (el  Avemaría)  y  la  meditación  de
                   los misterios de Jesús y de María, constituye, sin duda, la
                   primera plegaria y la primera devoción de los creyentes.
                   Desde los tiempos de los Apóstoles y discípulos ha estado
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                   en uso, siglo tras siglo, hasta nuestros días .

                   11   Sin embargo, el Santo Rosario –en la forma y método
                   de  que  hoy  nos  servimos  en  su  recitación–  sólo  fue
                   inspirado a la Iglesia –en 1214– por la Santísima Virgen
                   que lo dio a Santo Domingo para convertir a los herejes
                   albigenses y a los pecadores. Ocurrió en la forma siguiente,
                   según lo narra el Beato Alano de la Rupe en su famoso
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                   libro intitulado De Dignitate Psalterii .
                   “Viendo Santo Domingo que los crímenes de los hombres
                   obstaculizaban la conversión de los albigenses, entró en un
                   bosque próximo a Tolosa y permaneció allí tres días y tres
                   noches dedicado a la penitencia y a la oración continua, sin
                   cesar de gemir, llorar y mortificar su cuerpo con disciplina
                   para calmar la cólera divina, hasta que cayó medio muerto.
                   La  Santísima  Virgen  se  le  apareció  en  compañía  de  tres
                   princesas celestiales y le dijo: «¿Sabes, querido Domingo,
                   de  qué  arma  se  ha  servido  la  Santísima  Trinidad  para
                   reformar el mundo?» –Oh Señora, tú lo sabes mejor que
                   yo –respondió él–; porque después de Jesucristo, tú fuiste
                   el  principal  instrumento  de  nuestra  salvación–.  «Pues


                   7  Efectivamente, los apóstoles y discípulos que habían aprendido de labios
                      de Jesús el Padrenuestro -y quienes creyeron, gracias a su palabra y
                      testimonio- y se reunían para vivir la presencia Salvadora del Señor
                      (Hech 2, 42ss) recitaban la oración dominical, meditaban y celebraban
                      el memorial de Jesucristo y sentían la presencia de María, la Madre de
                      Jesús, Maestra de oración (Lc 1, 46-55; Hech 1,14).
                   8  De la dignidad el Salterio de María, o sea, del Rosario.
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