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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              14    Aquí  están  las  palabras  del  sabio  Cartagena  que  él
              tomó, en parte del libro del Beato Alano de la Rupe, De
              Dignitate  Psalterii:  “Afirma  el  Beato Alano  que  su  Padre,
              Santo  Domingo,  le  dijo  un  día  en  una  revelación:  ¡Hijo
              mío! tú predicas. Pero, para que no busques la  alabanza
              humana  sino  la  salvación  de  las  almas,  escucha  lo  que
              me sucedió en París. Debía predicar en la Iglesia mayor
              de Santa María y quería hacerlo ingeniosamente, no por
              jactancia,  sino  a  causa  de  la  nobleza  y  dignidad  de  los
              asistentes.  Mientras  oraba,  según  mi  costumbre,  casi
              durante una hora, mediante la recitación de mi salterio (es
              decir, el Rosario) antes del Sermón tuve un éxtasis. Veía a
              mi amada Señora, la Virgen María, que ofreciéndome un
              libro me decía: «Por bueno que sea el sermón que vas a
              predicar, aquí traigo uno mejor!»”.

              “Muy contento, tomé el libro, lo leí todo y, como María lo
              había dicho, encontré lo que debía predicar. Se lo agradecí
              de  todo  corazón.  Llegada  la  hora  del  sermón,  subí  a  la
              cátedra sagrada. Era la fiesta de San Juan, pero sólo dije
              del Apóstol  que  mereció  ser  escogido  para  guardián  de
              la  Reina  del  cielo.  En  seguida  hablé  así  a  mi  auditorio:
              «¡Señores e ilustres Maestros! Uds. están acostumbrados a
              oír sermones sabios y elegantes. Pero no quiero dirigirles
              doctas palabras de sabiduría humana, sino mostrarles el
              espíritu de Dios y su poder». Entonces, añade Cartagena,
              siguiendo  al  Beato Alano,  Santo  Domingo  les  explicó  la
              salutación angélica mediante comparaciones y semejanzas
              muy sencillas”.

              15   El Beato Alano -como dice el mismo Cartagena- relata
              muchas  otras  apariciones  del  Señor  y  de  la  Santísima
              Virgen a Santo Domingo para instarle y animarle más y
              más a predicar el Santo Rosario, a fin de combatir el pecado
              y convertir a los pecadores y herejes. Oigamos este pasaje:
              El Beato Alano refiere que la Santísima Virgen le reveló
              que Jesucristo, su Hijo, se había  aparecido después de Ella
              a Santo Domingo y le había dicho: «Domingo me alegro
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