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↑ ÍNDICE


                                             El Secreto Admirable del Santísimo Rosario

                   en esa provincia– un religioso del mismo lugar tuviera el
                   honor de restaurarla. Este bienaventurado Padre comenzó
                   a trabajar en tan noble empresa en el año 1460, sobre todo,
                   después de que el Señor –como lo cuenta él mismo– le dijo
                   cierto día desde la Sagrada Hostia, mientras celebraba la
                   santa Misa, a fin de impulsarlo a predicar el Santo Rosario:
                   «¿Por qué me crucificas de nuevo?».



                       ¿Cómo, Señor? respondió sorprendido el Beato Alano.

                   Tus  pecados  me  crucifican  –respondió  Jesucristo–.
                   Aunque  preferiría  ser  crucificado  de  nuevo  a  ver  a  mi
                   Padre ofendido por los pecados que has cometido. Tú me
                   sigues crucificando, porque  tienes la ciencia y cuanto es
                   necesario para predicar el Rosario de mi Madre e instruir
                   y alejar del pecado a muchas almas... Podrías salvarlas y
                   evitar grandes males. Pero, al no hacerlo, eres culpable de
                   sus pecados. Tan terribles reproches hicieron que el Beato
                   Alano se decidiera a predicar intensamente el Rosario.

                   20    La  Santísima  Virgen  le  dijo  también  cierto  día,  para
                   animarlo más todavía a predicar el Santo Rosario: «Fuiste
                   un gran pecador en tu juventud. Pero yo te alcancé de mi
                   Hijo la conversión. He pedido por ti y deseado –si fuera
                   posible– padecer toda clase de trabajos por salvarte  –ya
                   que  los  pecadores  convertidos  constituyen  mi  gloria– y
                   hacerte digno de predicar por todas partes mi Rosario».

                   Santo  Domingo,  describiéndole  los  grandes  frutos  que
                   había  conseguido  entre  las  gentes  por  esta  hermosa
                   devoción que él predicaba continuamente, le decía: “Mira
                   los frutos que he alcanzado con la predicación del Santo
                   Rosario.  Que  hagan  lo  mismo  tú  y  cuantos  aman  a  la
                   Santísima Virgen, para atraer mediante el Santo ejercicio
                   del Rosario a todos los pueblos a la ciencia verdadera de
                   la virtud”.


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