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                                             El Secreto Admirable del Santísimo Rosario

                   de que no te apoyes en tu sabiduría y de que trabajes con
                   humildad  en  la  salvación  de  las  almas  sin  preocuparte
                   por complacer la vanidad humana. Muchos predicadores
                   quieren desde el comienzo tronar contra los pecados más
                   graves,  olvidando  que  antes  de  dar  un  remedio  penoso
                   es  necesario  preparar  al  enfermo  para  que  lo  reciba  y
                   aproveche. Por ello, deben exhortar antes al auditorio al
                   amor a la oración y, especialmente,  a mi salterio angélico.
                   Porque, si todos comienzan a rezarlo, no hay duda de que
                   la clemencia divina será propicia con los que perseveran.
                   Predica, pues, mi Rosario».


                   16      En  otro  lugar  dice  el  Beato  Alano:  “Todos  los
                   predicadores  hacen  rezar  a  los  cristianos  la  salutación
                   angélica  al  comenzar  sus  sermones,  para  obtener  la
                   gracia  divina.  La  razón  de  ello  es  una  revelación  de  la
                   Santísima  Virgen  a  Santo  Domingo:  «Hijo  mío  –le dijo–
                   no te sorprendas de no lograr éxito con tus predicaciones.
                   Porque trabajas en una tierra que no ha sido regada por
                   la lluvia. Recuerda que cuando Dios  quiso renovar el
                   mundo, envió primero la lluvia de la salutación angélica.
                   Así se renovó el mundo. Exhorta, pues, a las gentes en tus
                   sermones  a  rezar  el  Rosario  y  recogerás  grandes  frutos
                   para  las  almas».  Hízolo  así  constantemente  el  Santo  y
                   obtuvo  notable  éxito  con  sus  predicaciones.  Puedes  leer
                   esto en el Libro de los milagros del Santo Rosario –escrito
                   en italiano– y en el discurso 143 de Justino”.

                   17   Me he complacido en citarte palabra por palabra los
                   pasajes de estos serios autores, en favor de los predicadores
                   y personas eruditas que pudieran dudar de la maravillosa
                   eficacia  del  Santo  Rosario.  Mientras  los  predicadores
                   –siguiendo  el  ejemplo  de  Santo  Domingo–  enseñaron  la
                   devoción del Santo Rosario, florecían la piedad y el fervor
                   en las órdenes religiosas que lo practicaban y en el mundo
                   cristiano. Pero cuando se empezó a descuidar este regalo
                   venido  del  cielo,  sólo  vemos  pecados  y  desórdenes  por
                   todas partes.
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