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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
celebraban las alabanzas divinas con la triple cincuentena
de salmos davídicos. Entre los más humildes, que
encontraban diversas dificultades en el rezo del oficio
divino, surgió una santa emulación... Pensaron, y con
razón, que en el celestial elogio –el Rosario– se incluyen
todos los secretos divinos de los salmos. Sobre todo,
porque los salmos cantaban al que debía venir, mientras
que esta fórmula de plegaria se dirige al que ha venido ya.
Por eso comenzaron a llamar «Salterio mariano» a las tres
series de cincuenta oraciones, anteponiendo a cada decena
la oración dominical como habían visto hacer a quienes
recitaban los salmos”.
23 El salterio o Rosario de la Santísima Virgen se compone
de tres Rosarios de cinco decenas cada uno, con el fin:
1. de honrar a las tres personas de la Santísima Trinidad;
2. de honrar la vida, muerte y gloria de Jesucristo;
3. de imitar a la iglesia triunfante, ayudar a la peregrinante
y aliviar a la paciente;
4. de imitar las tres partes del salterio, la primera de las
cuales mira a la vía purgativa; la segunda, a la vía
iluminativa; la tercera, a la vía unitiva;
5. de colmarnos de gracia durante la vida, de paz en la
hora de la muerte y de gloria en la eternidad.
SÉPTIMA ROSA
El Rosario: Corona de Rosas.
24 Desde cuando el Beato Alano de la Rupe restauró esta
devoción, la voz del pueblo que es la voz Dios, la llamó
ROSARIO, es decir, corona de rosas, lo cual significa
que cuantas veces se recita el Rosario como es debido,
colocamos en la cabeza de Jesús y de María una corona
de ciento cincuenta y tres rosas blancas y dieciséis rosas
encarnadas del paraíso, que no perderán jamás su belleza
ni esplendor.
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