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                                             El Secreto Admirable del Santísimo Rosario

                   Aunque la devoción del Santo Rosario ha sido autorizada
                   por  el  cielo  con  muchos  milagros  y  ha  recibido  la
                   aprobación  de  la  Iglesia  mediante  Bulas  pontificias,  no
                   faltan  hoy  libertinos,  impíos  y  gentes  orgullosas  que  se
                   atreven a difamar la cofradía  del Santo Rosario o alejar de
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                   ella a los fieles . Es fácil reconocer que sus lenguas están
                   infectadas con el veneno del infierno y que se mueven a
                   impulso del Maligno. Nadie, en efecto, podría desaprobar
                   la  devoción  del  Santo  Rosario  sin  condenar  al  mismo
                   tiempo lo más piadoso que existe en la religión cristiana,
                   a  saber:  la  oración  dominical,  la  salutación  angélica,  los
                   misterios de la vida, muerte y gloria de Jesucristo y de su
                   Santísima Madre.
                   Estos orgullosos no pueden soportar que se rece el Rosario
                   y  caen  con  frecuencia,  inconscientemente,  en  el  criterio
                   reprobable de los herejes que detestan el Rosario y la corona.
                   Aborrecer las cofradías es alejarse de Dios y de la auténtica
                   piedad,  dado  que  Jesucristo  asegura  que  se  halla  entre
                   quienes se reúnen en su nombre. Ni es ser buen católico
                   despreciar  tantas  y  tan  grandes  indulgencias  como  la
                   Iglesia  concede  a  la  cofradía.  Finalmente,  disuadir  a  los
                   fieles de que pertenezcan a la cofradía del Santo Rosario,
                   es obrar como enemigo de la salvación de las almas, ya
                   que por medio de ella abandonan el pecado para abrazar
                   la  piedad.  San  Buenaventura  afirma,  con  razón  en  su
                   salterio, que quien desprecia a la Santísima Virgen morirá
                   en pecado y se condenará. ¡Qué castigos no deben esperar
                   a quienes alejan a los demás de la devoción hacia ella!



                   DÉCIMA ROSA

                       Milagros del Rosario.
                   31   Mientras Santo Domingo predicaba esta devoción  en
                   Carcasona, un hereje se dedicó a ridiculizar los milagros

                   12  Ver VD, 93-104, sobre los falsos devotos de María.
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