Page 514 - Obras_Completas_2da_Ed
P. 514
↑ ÍNDICE
El Secreto Admirable del Santísimo Rosario
La Santísima Virgen aprobó y confirmó el nombre de
Rosario, revelando a varias personas, que le presentaban
tantas rosas agradables cuantas Avemarías recitaban en su
honor y tantas coronas de rosas como Rosarios.
25 El hermano Alfonso Rodríguez S.J., rezaba con tanto
fervor, que veía con frecuencia salir de su boca una rosa
encarnada a cada Padrenuestro y una rosa blanca a cada
Avemaría: iguales ambas en belleza y fragancia y solo
diferentes en el color.
Cuentan las crónicas de San Francisco que un joven
religioso tenía la laudable costumbre de rezar todos los
días antes de la comida la corona de la Santísima Virgen.
Cierto día, no se sabe por qué, faltó a ella. Cuando sonó la
campana de la comida, rogó al superior le permitiera rezar
la corona antes de sentarse a la mesa. Obtenido el permiso,
se retiró a su celda. Pero, como tardase mucho en volver, el
superior envió un religioso a llamarlo.
Este lo encontró en su celda, iluminado de celestiales
resplandores. La Santísima Virgen y dos ángeles estaban
al lado de él. A cada Avemaría salía de la boca del religioso
una bellísima rosa. Los ángeles recogían las rosas, una tras
otra, y las colocaban sobre la cabeza de la Santísima Virgen
que se mostraba evidentemente complacida de ello.
Otros religiosos, enviados para saber la causa de la
demora de sus compañeros, vieron el mismo prodigio. La
Santísima Virgen no desapareció hasta que terminó el rezo
de la corona.
El Rosario es, pues, una gran corona –y el de cinco decenas
una diadema o guirnalda– de rosas celestiales que se
coloca en la cabeza de Jesús y de María. La rosa es la reina
de las flores. El Rosario, a su vez, es la rosa y la primera de
las devociones.
515