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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              CUARTA ROSA


                       El Rosario y el Beato Alano.

              18   Todas las cosas, inclusive las más santas -en cuanto
              pueden depender de la voluntad humana- están sujetas a
              cambio. No hay, pues, por qué  extrañarte de que la cofradía
              del Santo Rosario no haya subsistido en su primitivo fervor
              sino  unos  cien  años  después  de  su  fundación.  Después
              estuvo  casi  sumida  en  el  olvido.  Además,  la  malicia
              y  envidia  del  demonio,  han  contribuido  seguramente
              mucho para que se descuidara el Santo Rosario, con el fin
              de detener los torrentes de gracia divina que esta devoción
              atrae al mundo. Efectivamente, en el año 1349, la justicia
              divina afligió todos los reinos europeos con la peste más
              temible que se haya visto jamás. Esta se extendió desde
              Oriente  por  Italia,  Alemania,  Francia,  Polonia,  Hungría,
              devastando  casi  todos  estos  territorios,  ya que  de  cada
              cien  hombres  sólo  quedaba  uno  vivo.  Las  ciudades,  los
              pueblos, las aldeas y monasterios quedaron casi desiertos
              durante los tres años que duró la epidemia. A este azote de
              Dios siguieron otros dos: la herejía de los Flagelantes y un
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              malhadado cisma en el año 1376 .
              19  Después de que, por la misericordia divina, cesaron
              estas  calamidades,  la  Santísima  Virgen  ordenó  al  Beato
              Alano  de  la  Rupe  –célebre  doctor  y  famoso  predicador
              de la Orden de Santo Domingo del convento de Dinán en
              Bretaña– renovar la antigua cofradía  del Santo Rosario,
              a fin de que –ya que la susodicha cofradía había nacido

              10  Tres calamidades que se interpretaron como castigos divinos:
                 * La llamada peste negra (1348) que despobló conventos y ciudades;
                 * La guerra que, a su vez, hacía estragos -especialmente en Francia- y
                 conducía a los peores desórdenes en todos los campos;
                 * La herejía de los flagelantes, especie de iluminados que comenzaron su
                 actividad “flagelándose” el cuerpo hasta sangrar, para apaciguar -según
                 ellos- la ira divina, pero que luego se convirtieron en un movimiento
                 herético-político, que rechazaba la autoridad de la Iglesia, despreciaba los
                 medios ordinarios de salvación y no reconocía otra razón que la hoguera
                 y la cárcel.
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