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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              para todas nuestras necesidades espirituales y materiales.
              “Es  el  compendio  del  Evangelio”  –dice  Tertuliano–.
              “Aventaja  –dice  Tomas  de  Kempis– a los deseos  de los
              santos”.  Compendia  todas  las  dulces  expresiones  de  los
              salmos y cantos, implora cuanto necesitamos, alaba a Dios
              de manera excelente, eleva el alma de la tierra al cielo y la
              une íntimamente con Él.

              37    Dice San Juan Crisóstomo que quien no ora como lo ha
              hecho y enseñado el divino Maestro, no es discípulo suyo.
              Y  que  Dios  Padre  no  escucha  con  agrado  las  oraciones
              que elabora el espíritu humano, sino la que su Hijo nos ha
              enseñado.

              Debemos  recitar  la  oración  dominical  con  la  certeza  de
              que el Padre eterno la escuchará por ser la oración de su
              Hijo, a quien Él escucha siempre (Ver Jn 11, 42 y Heb 5,7)
              y cuyos miembros somos (Ver Ef 5,30). ¿Podría acaso un
              Padre tan bueno rechazar una súplica tan bien fundada,
              apoyada como está en los méritos e intercesiones de Hijo
              tan digno?.


              Asegura  San  Agustín  que  el  Padrenuestro  bien  rezado
              borra los pecados veniales. El justo cae siete veces por
              día  (Ver  Prov  24,16),  pero  con  las  siete  peticiones  del
              Padrenuestro  puede  remediar  sus  caídas  y  fortificarse
              contra sus enemigos. Es oración corta y fácil, a fin de que
              -frágiles como somos y sometidos como estamos a tantas
              miserias-  recibamos  auxilio  más  rápidamente  rezándola
              con mayor frecuencia y devoción.

              38   Desengáñate, pues, alma piadosa, que desprecias la
              oración  compuesta  y  ordenada  por  el  Hijo  mismo  de
              Dios  a  todos  los  creyentes.  Tú,  que  aprecias  solamente
              las  oraciones  compuestas  por  los  hombres  ¡como  si  el
              ser humano, por más esclarecido que sea, supiera mejor
              que  Jesús,  cómo  debemos  orar!  Tú  que  buscas  en  libros
              humanos  el  método  de  alabar  y  orar  a  Dios,  como  si  te
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