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↑ ÍNDICE


              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort


              se complacía en ello, mi Hijo encontraba en esto su alegría,
              y yo un gozo que no pueden imaginar…»


              51   «Entre todas las cosas que se hacen en la Iglesia, el
              Rosario es para mí la más agradable, después de la Santa
              Misa» (Beato Alano)

              «Gracias a la Exhortaciones de Santo Domingo, todos los
              hermanos y hermanas de su Orden nos honraban a mi Hijo
              y a mí con gran devoción, de manera inefable e incansable,
              rezando este salterio de la Santísima Trinidad. Cada uno
              recitaba todos los días el Rosario íntegro, considerando
              perdido el día en que hubiera faltado a este oficio. Tal era la
              estima por esta devoción, que por amor a ella los hermanos
              de Santo Domingo acudían más gustosos a la iglesia o al coro.
              Y si alguien daba la impresión de actuar con negligencia, le
              decían confidencialmente: ‘Carísimo hermano, no rezas el
              salterio de María, o lo rezas sin devoción…’ »



              DIGNIDAD DE LA SALUTACIÓN ANGÉLICA                6

              52   «Los ángeles en el cielo ofrecen a la bienaventurada
              Virgen esta salutación: ‘Ave’. No con la boca sino con el
              espíritu. Pues saben que por medio de él fue restaurada la
              ruina de los ángeles, Dios se hizo hombre y el mundo fue
              renovado» (Beato Alano)


              «Cierta noche, un mujer –socia de la Cofradía del Rosario–
              descansaba en su lecho. La bienaventurada Virgen se le
              apareció y le dijo: “Hija mía, no temas a tu tierna Madre,
              a quien rindes a diario tus piadosos servicios; te animo a
              perseverar. Pues has de saber que la salutación angélica
              me  produce  tanta  alegría,  que  ningún  hombre  puede
              explicarlo”» (Guillemo Pepino, en Rosario aúreo Serm. 47).




              6  Idem. Disc. 244 y 249.
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