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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

                   6.  Si  quieres  ser  perfecto,  vete  a  vender  lo  que  tienes  y
                      dáselo a los pobres, que Dios será tu riqueza (Mt 19,21).

              135   7.   No basta decirme: “¡Señor, Señor!”, para entrar en el
                      Reino de Dios; hay que poner por obra el designio de
                      mi Padre del cielo (Mt 7,21).
                   8.   Todo aquel que escucha estas palabras mías y las pone
                      por obra, se parece al hombre sensato que edificó su
                      casa sobre roca (Mt 7,24).
                   9.    Les aseguro que, si no cambian y se hacen como estos
                      niños, no entrarán en el Reino de Dios (Mt 18,3).
                   10.  Aprendan  de  mí,  que  soy  sencillo  y  humilde;
                      encontrarán descanso (Mt 11,29).

              136   11.  Cuando recen, no sean como los hipócritas, que son
                      amigos de rezar de pie en las sinagogas... para exhibirse
                      ante la gente (Mt 6,5).
                   12.  Cuando recen, no empleen muchas palabras..., que el
                      Padre sabe lo que les hace falta antes que se lo pidan
                      (Mt 6,7-8).
                   13.  Cuando estén de pie orando, perdonen lo que tengan
                      contra otros, para que también el Padre del cielo les
                      perdone las culpas de ustedes (Mc 11,25).
                   14.  Cualquier cosa que pidan a Dios en su oración, crean
                      que se la han concedido, y la obtendrán (Mc 11,24).

              137   15.  Cuando ayunen, no se pongan cariacontecidos como
                      los hipócritas, que se afean la cara para ostentar ante
                      la gente que ayunan. Les aseguro que ya han recibido
                      su paga (Mt 6,16).

              138   16.  En el cielo, da más alegría un pecador que se arrepiente
                      que  noventa  y  nueve  justos  que  no  necesitan
                      arrepentirse (Lc 15,7).
                   17.  No vine a llamar a justos, sino a pecadores para que se
                      arrepientan (Lc 5,32).




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