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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
hacia el final de su carrera misionera. Tradicionalmente se
ubica en 1712 pensando que Luis María pudo aprovechar
su descanso obligado durante el invierno 1710-1711 en
Nantes para ordenar el plan de la obra y que el otoño de
1712, pasado en la ermita de San Eloy, hubiera sido el
tiempo propicio para escribir, quizá con un complemento
de varios meses de retiro en la segunda mitad de 1715 en
la gruta de Mervant.
Como previsto por su autor, el manuscrito estuvo
sepultado “en las tinieblas y el silencio de un cofre” (VD
114), escondido en alguna casa de campo aledaña a la
capilla de San Miguel, en San Lorenzo, para escapar a las
embestidas de la Revolución. Pasada la misma el cofre fue
llevado a la biblioteca de la Compañía de María en la Casa
Madre. Allí permaneció el manuscrito olvidado hasta el
29 de abril de 1842 cuando fue descubierto y comenzó su
divulgación de obra maestra, como uno de los libros más
universalmente conocidos y apreciados del catolicismo
contemporáneo, y uno de los que más han contribuido a
fomentar la piedad cristiana en el mundo entero.
Cuando se encontró el volumen, aunque todas sus hojas
estaban separadas unas de otras, todas estaban bien
conservadas, pero faltaban algunas del primer fascículo
y otras del último. Esta pérdida irreparable parece haber
sucedido antes del descubrimiento del manuscrito. Por la
constitución de los fascículos se calcula que faltan de 84 a
96 páginas iniciales que entre otras cosas contendrían: un
método para vaciarse durante 12 días del espíritu contrario
al de Jesucristo (VD 227), las letanías y oración del Espíritu
Santo (VD 228), y algunas prácticas de desprecio del
mundo (VD 256).
Las páginas finales perdidas tendrían la fórmula de
consagración y la bendición de las cadenillas. El resto es
imposible saberlo, pero no parece afectar el desarrollo
del tema mariano. La primera publicación del Tratado
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