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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              es la creatura que nos ayuda más eficazmente en obra tan
              importante. Y esto en forma tal que no ha habido ni habrá
              jamás  persona  igual  a  Ella,  ya  por  las  gracias  que  para
              ello nos alcanzará –pues, como dice un santo, “nadie se
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              llena del pensamiento de Dios sino por Ella” –, ya por las
              ilusiones y engaños del maligno espíritu, de los que Ella
              nos librará.

              166   Donde está María no puede estar el espíritu maligno.
              Precisamente una de las señales más infalibles de que somos
              gobernados por el buen espíritu es el ser muy devotos de
              la  Santísima  Virgen,  pensar  y  hablar  frecuentemente  de
              Ella. Así piensa San Germán, quien añade que así como la
              respiración es señal clara de que el cuerpo no está muerto,
              del  mismo  modo  el  pensar  con  frecuencia  en  María  e
              invocarla amorosamente es señal cierta de que el alma no
              está muerta por el pecado.

              167   Siendo así que –según dicen la Iglesia y el Espíritu
              Santo,  que  la  dirige–  María  sola  ha  dado  muerte  a  las
              herejías, –por más que los críticos murmuren–, jamás un
              fiel devoto de María caerá en herejía o ilusión, al menos
              formales. Podrá, tal vez –aunque más difícilmente que los
              otros–, errar materialmente, tomar la mentira por la verdad
              y  el  mal  espíritu  por  bueno...;  pero,  tarde  o  temprano,
              conocerá su falta y error material, y cuando lo conozca, no
              se obstinará en creer y defender lo que había tenido por
              verdadero.

              168  Cualquiera,  pues,  que  desee  avanzar,  sin  temor  a
              ilusiones  –cosa ordinaria entre  personas de oración–,
              por los caminos de la santidad y hallar con seguridad y
              perfección a Jesucristo, debe abrazar de todo corazón, con
              corazón generoso y de buena gana (2Mac 1,3), esta devoción
              a  la  Santísima  Virgen,  que  tal  vez  no  haya  conocido
              todavía y que yo le enseño ahora: Me queda por enseñaros
              un camino  excepcional  (1Cor  12,31).  Es  el  camino  abierto


              129  Ver LG 65.35; san Germán de Constantinopla.
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