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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
El señor Obispo de La Rochelle -a quien muchas veces he
hablado de ustedes y de sus proyectos- juzga oportuno
que vengan acá para iniciar la obra tan anhelada. Para ello
ha hecho alquilar una casa, en espera de comprar y dar
organización perfecta a otra.
Es verdad que hacen mucho bien allá en Poitiers. Pero en
este país extranjero lo harán mucho mayor. Recordemos que
desde Abrahán hasta Jesucristo y desde Él hasta nuestros
días, Dios ha hecho salir de sus propios países a sus mayores
servidores, porque ‒como dice Nuestro Señor mismo‒ nadie
es profeta en su tierra.
Sé que tendrán dificultades que superar. Pero es preciso
que una empresa tan gloriosa para Dios y tan provechosa
para el prójimo se vea sembrada de espinas y cruces. Y, si
no arriesgamos nada por Dios, no haremos nada importante
por Él.
Les estoy escribiendo de parte del señor Obispo. Guárdenme
el secreto.
Les enviaré al hermano Juan con una cabalgadura y algo
de dinero para que les acompañe. Procúrense alguna
comodidad: una diligencia o un caballo alquilado. Si les
falta dinero, alguien pagará por ustedes.
Contéstenme a vuelta de correo, pues salgo de La Rochelle
para dar una misión.
Todo de ustedes en Dios sólo.
¡Dios sólo!
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