Page 108 - Obras_Completas_2da_Ed
P. 108
↑ ÍNDICE
Carta No. 27
No obstante, querida hermana, bendice al Señor por mí.
Pues me siento feliz en medio de mis sufrimientos, y no
creo que haya nada en el mundo tan dulce para mí como la
cruz más amarga, siempre que venga empapada en la sangre
de Jesús crucificado y en la leche de su divina Madre. Pero
además de este gozo interior hay gran provecho en llevar la
cruz. ¡Cuánto quisiera que pudieras ver mis cruces! ¡Nunca
he logrado mayor número de conversiones que después de
los entredichos mas crueles e injustos!
¡Ánimo, pues, querida hermana! Carguemos los tres
nuestras cruces en los confines del reino. Lleva bien tu cruz
allí donde te encuentras. Yo trataré de llevar bien la mía
con la ayuda de la gracia divina. Tú y yo, sin lamentarnos
ni quejarnos, sin murmurar ni arrojar lejos la cruz, sin
excusarnos ni llorar como niños, que rompen en llantos y
se lamentan si les dan a llevar cien libras de oro, o como el
labrador, que se desespera si cubren su campo de luises de
oro para hacerle más rico.
27
A María Luisa Trichet y Catalina Brunet
La Rochelle, comienzos de 1715.
Según Monseñor de Champflour, obispo de La Rochela, Luis María
había emprendido la fundación de una escuela gratuita para niñas,
a cargo de las dos primeras Hijas de la Sabiduría, que seguían en
el hospital de Poitiers. Luis María las invita a preparar el viaje.
Llega el momento de poner en marcha los proyectos comunes: la
Congregación de la Hijas de la Sabiduría. El bien que harán será
mayor que el de Poitiers, a pesar de las dificultades.
Queridas hijas en Jesucristo María Trichet y Catalina Brunet.
¡Viva Jesús! ¡Viva su cruz!
No han contestado a mi última carta. Ignoro por qué.
109