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El Amor de la Sabiduría Eterna
SEGUNDO MEDIO: ORACIÓN CONTINUA
1. TE ES NECESARIA LA ORACIÓN CONTINUA
184 Cuanto mayor es un don de Dios, tanto más difícil
es alcanzarlo. ¿Cuántas plegarias y trabajos no implicará,
entonces el don de la Sabiduría, que es el mayor de todos
los dones de Dios?
Escuchemos lo que dice la misma Sabiduría: Pidan, y se les
dará; busquen, y encontrarán; llamen, y les abrirán (Mt 7,7; Lc
11,9). Como si dijera:
- ¿Quieres hallarme?
- ¡Búscame!
- ¿Quieres entrar en mi palacio?
- ¡Llama a mi puerta!
- ¿Quieres poseerme?
- ¡Tienes que buscarme! Nadie me encuentra si no
me busca. Nadie llega a poseerme si no me pide.
Todo lo alcanzarás con la oración.
La oración es el canal por el cual Dios comunica
ordinariamente sus gracias, y de modo especial la
Sabiduría. El mundo imploró por milenios la Sabiduría.
María se preparó durante catorce años con la oración para
recibirla en su seno. Salomón sólo la alcanzó después de
haberla pedido por largo tiempo con ardor extraordinario:
Al darme cuenta de que sólo me la ganaría si Dios me la
otorgaba..., me dirigí al Señor y le supliqué... (Sab 8,21). Dame
la Sabiduría entronizada junto a ti (Sab 9,4).
Si alguno de vosotros se ve falto de Sabiduría, pídasela a Dios, que
da sin regatear y sin humillar; Él se la dará (Sant 1,5). Advierte,
de paso, que el Espíritu Santo no dice: “Si alguno se ve
falto de caridad, de humildad, de paciencia”, etc., que son
virtudes ciertamente tan excelentes, sino: “Si alguno se ve
falto de Sabiduría”. Porque, al pedir la Sabiduría, pedimos
todas las virtudes que ella encierra. Para alcanzarla hay,
pues, que pedirla. Pero ¿cómo?
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