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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

                     Espíritu Santo talla y pule las piedras vivas de la
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                     Jerusalén celeste, es decir, los predestinados ;
                  3.  ilumina  el  entendimiento  y  le  comunica  una
                     sabiduría que  no  le  podrán  dar  todos  los  libros
                     de la tierra: Quien no ha sido probado, sabe bien poco
                     (BenS 34,10);
                  4.  la  cruz,  llevada  dignamente,  se  convierte  en
                     fuente, alimento y testimonio de amor. Enciende
                     en  los  corazones  el  fuego  del  amor  divino,
                     desapegándolos  de  las  criaturas.  Mantiene  y
                     acrecienta ese amor, y así como la leña alimenta
                     el  fuego,  la  cruz  alimenta  el  amor.  Comprueba
                     del  modo  más  claro  que  se  ama  a  Dios.  Porque
                     es  la  misma  prueba  de  que  Dios  se  sirvió  para
                     manifestarnos  su  amor.  Y  la  que  Dios  nos  pide
                     para demostrarle el nuestro;
                  5.  es fuente abundante de toda suerte de dulzuras y
                     consolaciones y engendra en el alma la alegría, la
                     paz y la gracia;
                  6.  por último, produce en quien la lleva una riqueza
                     incomparable  de  gloria  para  la  eternidad  (2Cor
                     4,17).

              177  Si  conocieras  el  valor  de  la  cruz,  mandarías  hacer
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              novenas  –a  ejemplo  de  San  Pedro  de Alcántara –  para
              conseguir  esa  exquisita  porción  del  paraíso;  dirías  con
                                                115
              Santa  Teresa:  “¡O  padecer  o  morir!” ;  con  Santa  María
              Magdalena  de  Pazzis:  “¡No  morir,  sino  padecer!”  O
              pedirías, con San Juan de la Cruz, solamente la gracia de
              padecer por Jesucristo: “¡Padecer y ser despreciado por ti!”

              Entre todas las cosas terrenas, la única que se aprecia en el
              cielo es la cruz, decía este Santo, después de su muerte, a
              una sierva de Dios.

              113  Breviario Romano: dedicación de una iglesia, himno de las II vísperas.
                 Ver AC,28
              114  Nacido en 1499, en Extremadura, franciscano, inició en 1540 la reforma
                 de su Orden.
              115  Ver Vida c 40, n 20.
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