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El Amor de la Sabiduría Eterna
Con su muerte, la Sabiduría hizo tan gloriosas las
ignominias de la cruz, tan rica su desnudez y su pobreza,
tan agradables sus dolores, tan atrayentes sus rigores...
hasta llegar a divinizarla y hacerla adorable a los ángeles y
a los seres humanos. Y ha ordenado que todos sus súbditos
la adoren también. No quiere que los honores de adoración
–aunque relativa– se tributen a las demás criaturas, por
sublimes que ellas sean, como su misma Madre. Semejante
distinción está reservada, y sólo se tributa a su amada cruz.
En el día del juicio final desaparecerán todas las reliquias
de los santos, incluso las de los más eminentes, pero no las
de la cruz. La Sabiduría ordenará a los primeros serafines y
querubines que recorran el mundo y recojan los trozos de
la verdadera cruz, que, gracias a su amorosa omnipotencia,
quedarán también tan maravillosamente unidos, que no
formarán sino la única cruz sobre la cual murió. Hará
que los ángeles la lleven en triunfo y entonen en su honor
cánticos de alegría. Se hará preceder por esta cruz, que
descansará sobre la nube más brillante, y con ella y por
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ella juzgará al mundo . ¡Qué alegría experimentarán al
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verla los amigos de la cruz! Pero ¡qué desesperación la
de sus enemigos, que, no pudiendo soportar la vista de esa
cruz tan brillante y aterradora, gritarán a las montañas que
caigan sobre ellos, y al infierno que los devore!
2. LA CRUZ EN RELACIÓN CON NOSOTROS
173 En espera de que amanezca el día glorioso de su
triunfo en el juicio final, la Sabiduría eterna quiere que
su cruz sea la insignia, el distintivo y arma de todos sus
elegidos.
105 Ver Breviario Romano, 14 de sept., a nona.
106 El P. de Montfort amplía su doctrina sobre la cruz en su Carta circular
a los Amigos de la Cruz.
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