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↑ ÍNDICE


                                                     El Amor de la Sabiduría Eterna

                   175  Si el conocimiento del misterio de la Cruz es una gracia
                   tan excepcional, ¿qué no serán su gozo y posesión efectiva?
                   Son un regalo que la Sabiduría eterna hace solamente a sus
                   mejores amigos como respuesta a sus constantes plegarias,
                   anhelos y súplicas. Por excelente que sea el don de la fe –con
                   la cual agradamos a Dios, nos acercamos a Él y vencemos
                   a nuestros enemigos, y sin la cual nos condenaríamos–, la
                                               109
                   cruz es un don todavía mayor .
                   San Pedro –dice San Juan Crisóstomo– es más feliz al verse
                   encarcelado por Jesucristo que en la gloria del Tabor; se
                   siente más glorioso por llevar en los pies las cadenas que
                   en las manos las llaves del paraíso . San Pablo se gloría
                                                    110
                   más de hallarse encadenado por su Salvador que de ser
                                       111
                   elevado al tercer cielo . Dios favorecía más a los apóstoles
                   y a los mártires haciéndolos partícipes de su cruz en las
                   humillaciones,  la  pobreza  y  los  más  crueles  tormentos
                   que otorgándoles el don de hacer milagros y convertir el
                   mundo entero. Todos aquellos a quienes se ha comunicado
                   la  Sabiduría  eterna,  se  mostraron  deseosos  de  la  cruz,
                   la  buscaron,  la  abrazaron,  y,  cuando  tenían  ocasión  de
                   padecer, exclamaban desde el fondo del corazón, como San
                   Andrés: “¡Oh cruz amada y por tanto tiempo deseada!” 112

                   176  La cruz es buena y preciosa por infinidad de razones:

                        1.  nos asemeja a Jesucristo;
                        2.  nos  hace  dignos  hijos  de  Dios  Padre,  dignos
                           miembros  de  Jesucristo  y  templos  dignos  del
                           Espíritu Santo. Dios Padre corrige a cuantos adopta
                           por hijos: El Señor educa a los que ama y da azotes a los
                           hijos que reconoce por suyos (Heb 12,6). El Hijo recibe
                           como suyos solamente a los que llevan la cruz. El

                   109 Comparar con LG 16.
                   110  Hom. 8 in Ep. ad Ephesios n 2: PG 62,55-58.
                   111  Gál 6,14: «Lo que es a mí, Dios me libre de gloriarme más que en la cruz
                      de nuestro Señor Jesucristo».
                   112  Acta et martyrium S. Andreae Apostoli,  PG  2,  1235-1238;  ver  san
                      Bernardo Sermo in vigilia Sancti Andreae, n3, PL 183.503.
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