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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
astutos y experimentados; no confiemos en nuestra
prudencia ni en nuestra fuerza. La dolorosa experiencia
que tenemos ya de nuestra inconstancia y natural ligereza
nos obligan a desconfiar de nuestra prudencia y fervor.
222 María es prudente; pongámoslo todo en sus manos.
Ella sabrá disponer de nosotros y de cuanto nos pertenece
para mayor gloria de Dios.
María es caritativa; nos ama como a hijos y servidores
suyos. Ofrezcámosle todo. No perderemos nada, ya que
todo lo hará redundar en provecho nuestro.
María es generosa; devuelve más de lo que se le confía.
Démosle cuanto poseemos sin reserva alguna y recibiremos
el ciento por uno: por cien huevos, un buey, según reza el
refrán.
María es poderosa; nadie puede arrebatarle lo que se le ha
confiado en depósito. Pongámonos en sus manos, que Ella
nos defenderá y nos hará triunfar sobre nuestros enemigos.
María es fiel; no deja perder ni extraviar lo que se le confía.
Es la Virgen fiel por excelencia a Dios y a los hombres.
Conservó cuanto Dios le había confiado, sin perder ni una
partícula, y sigue conservando con particular esmero a
quienes se colocan bajo su protección y cuidado.
Confiémoslo, pues, todo a su fidelidad. Agarrémonos a Ella
como a una columna que nadie puede derribar, como a un
áncora que nadie puede arrancar o, mejor, como a la montaña
de Sión, a la que nadie puede conmover (Ver Sal 125 [124],1;
46 [45],6). Por muy ciegos, débiles e inconstantes que
seamos por naturaleza y por muy numerosos y malignos
que sean nuestros enemigos, jamás seremos engañados, ni
nos extraviaremos, ni tendremos la desdicha de perder la
gracia de Dios y el infinito tesoro de la Sabiduría eterna.
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