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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
216 Cuídate mucho de las falsas devociones a la Santísima
Virgen. De ellas se sirve el demonio para engañar y llevar
a la condenación a muchas almas. No me detengo a
describirlas. Me contentaré con afirmar que la verdadera
devoción a la Santísima Virgen es siempre interior, sin
hipocresía ni superstición; tierna, sin indiferencia ni
escrúpulos; constante, sin alteraciones ni infidelidad; santa,
sin presunción ni desorden.
217 Cuidado, pues, con pertenecer:
– al número de los devotos hipócritas, que hacen consistir
su devoción únicamente en las palabras y en lo exterior;
– al número de los devotos críticos y escrupulosos, que
temen honrar demasiado a la Santísima Virgen y
deshonrar al Hijo al honrar a la Madre;
– al número de los devotos indiferentes e interesados, que
no tienen amor tierno a la Santísima Virgen y filial
confianza en Ella y sólo recurren a María para obtener
o conservar bienes temporales;
– a los devotos inconstantes y superficiales, que son devotos
de la Santísima Virgen sólo a su capricho y a intervalos
y abandonan su servicio cuando llega la tentación;
– ni, finalmente, a los devotos presuntuosos, que, bajo
el velo de algunas devociones exteriores, esconden
un corazón corrompido por el pecado y se hacen la
ilusión de que, gracias a estas prácticas de devoción
a la Santísima Virgen, no morirán sin confesión y se
salvarán, por más pecados que cometan.
218 No descuides alistarte en las cofradías de la Santísima
Virgen, especialmente en la del Santísimo Rosario,
cumpliendo los compromisos que conllevan, y que son
muy eficaces para la salvación.
219 Pero la más perfecta y útil de todas las devociones a
la Santísima Virgen es la de consagrarte totalmente a Ella
–y a Jesucristo por medio de Ella– en calidad de esclavo,
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