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El Amor de la Sabiduría Eterna
204 María es la dignísima Madre de la Sabiduría, porque la
encarnó y dio a luz como fruto de sus entrañas: Y bendito es
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el fruto de tu vientre, Jesús .
Por ello podemos afirmar con toda verdad que en todo
lugar donde esté Jesús –en el cielo, en la tierra, en los
sagrarios o en los corazones– es fruto y obra de María y
que sólo María es el árbol de vida, y Jesús su único fruto.
Por consiguiente, quien desee este fruto maravilloso en el
corazón, debe poseer el árbol que lo produce. ¡Si deseas
tener a Jesús, debes tener a María! 136
205 María es Señora de la Sabiduría. No porque sea superior
o igual a la Sabiduría, que es verdadero Dios. Blasfemo
sería pensarlo o decirlo. Sino porque Dios Hijo, la Sabiduría
encarnada, se ha sometido perfectamente a María, su
Madre; porque Él le ha otorgado un incomprensible poder
maternal y natural sobre sí mismo, no solamente durante
la vida terrena, sino también en el cielo, ya que la gloria
no destruye a la naturaleza, sino que la perfecciona. De
suerte que Jesús es en el cielo, más que nunca, Hijo de
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María, y María, Madre de Jesús . Y en cuanto tal, María
tiene autoridad sobre Él. Y Él, en cierto modo, le está
sometido, porque así lo quiere. Esto significa que María,
por su plegaria poderosa y su divina maternidad, obtiene
de Jesús todo cuanto quiere, lo comunica a quien quiere y
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lo produce cada día en quien Ella quiere .
206 ¡Oh! ¡Qué dichoso es quien se ha granjeado la
benevolencia de María! Puede estar seguro de poseer muy
pronto la Sabiduría. Porque María, que ama a los que la
aman (Ver Prov 8,17), le comunica sus dones a manos
llenas, especialmente el que encierra a todos los demás:
Jesús, fruto de su vientre.
135 Lc 1,42; ver VD 33.44.77.164.218.249.261.
136 “Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos” (Pablo vi, 24-3-1970).
137 VD 27.39.164.165.
138 VD 17.27-28.
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