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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              Aquí  está  el  gran  consejo,  el  secreto  admirable:
              ¡Introduzcamos –por decirlo así– a María en nuestra casa
              (ver Jn 19,27), consagrándonos a Ella como servidores y
              esclavos  suyos!  ¡Desprendámonos,  en  sus  manos  y  en
              honor suyo, de todo cuanto más amamos, sin reservarnos
              nada! Y esta bondadosa Señora, que jamás se deja vencer en
              generosidad, se dará a nosotros de manera incomprensible,
              pero real. Entonces, la Sabiduría eterna vendrá a morar en
              Ella, como en su trono más glorioso.

              212  María es el  imán sagrado  que  dondequiera  que  esté
              atrae  tan fuertemente  a  la  Sabiduría  eterna,  que  ésta  no
              puede resistir. Es el imán que la atrajo a la tierra para los
              hombres, y la sigue atrayendo todos los días a cada una de
              las personas en que Ella mora. Si logramos tener a María
              en  nosotros,  fácilmente  y  en  poco  tiempo,  gracias  a  su
              intercesión, alcanzaremos también la divina Sabiduría.

              Entre  todos  los  medios  que  existen  para  poseer  a
              Jesucristo,  María  es  el  más  seguro,  fácil,  corto  y  santo.
              Aunque  hiciéramos  las  más  espantosas  penitencias,
              emprendiéramos los viajes más penosos y los trabajos más
              pesados; aun cuando derramáramos nuestra sangre para
              adquirir la divina Sabiduría, si nuestros esfuerzos no están
              acompañados de la intercesión de la Santísima Virgen y
              de  la  devoción  a  Ella,  serán  poco  menos  que  incapaces
              e  inútiles  para  alcanzarla.  Pero  si  María  pronuncia  una
              palabra en favor nuestro, si su amor mora en nosotros, si
              nos hallamos marcados con el sello de los fieles servidores
              que observan sus caminos, pronto y sin fatiga obtendremos
              la divina Sabiduría.


              213  Observa que María no es solamente la Madre de Jesús,
              Cabeza de los elegidos, sino también la Madre de todos
              sus miembros; de hecho, Ella los engendra, los lleva en su
              seno y los hace nacer a la gloria mediante la gracia de Dios
              que Ella les comunica.

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