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El Amor de la Sabiduría Eterna
haciéndole entrega total y perpetua del propio cuerpo,
alma, bienes interiores y exteriores, satisfacciones y
méritos de las buenas obras, y del derecho de disponer de
ellas y, en fin, de todos los bienes recibidos en el pasado,
de los que posees en el presente y poseerás en el futuro.
Dado que son muchos los libros que tratan de esta
devoción, básteme afirmar que no he encontrado jamás
una práctica de devoción a la Santísima Virgen más sólida
que ésta –porque se apoya en el ejemplo de Jesucristo–, ni
que dé más gloria a Dios, sea más saludable al alma, más
terrible a los enemigos de la salvación, más suave y fácil.
220 Esta devoción, debidamente practicada, no sólo atrae al
alma a Jesucristo, la Sabiduría eterna, sino que la mantiene
y conserva en ella hasta la muerte. Pues, te pregunto, ¿de
qué nos servirá buscar mil secretos y gastar mil esfuerzos
para alcanzar el tesoro de la Sabiduría si, después de
recibirlo, tenemos la desgracia de perderlo por nuestra
infidelidad, como le sucedió a Salomón? Él era tan sabio
como quizás nosotros no llegaremos a serlo jamás. Era,
por consiguiente, más fuerte e iluminado. Y, sin embargo,
fue engañado y vencido y cayó en el pecado y la locura,
dejando a sus sucesores doblemente asombrados: ante
sus luces y sus tinieblas, ante su sabiduría y la insensatez
de sus pecados. Si su ejemplo y sus escritos animaron a
todos sus descendientes a desear y buscar la Sabiduría,
podemos decir que su caída, o la duda bien fundada que
de ella tenemos, ha retraído a una multitud de personas de
buscar una realidad tan hermosa en verdad, pero tan fácil
de perder.
221 Para ser, pues –en cierta forma–, más sabios que
Salomón, coloquemos en manos de María cuanto poseemos
y el mismo tesoro de los tesoros que es Jesucristo, a fin de
que Ella nos lo conserve. Somos vasos demasiado frágiles;
no pongamos en ellos tan precioso tesoro ni este celestial
maná. Muchos enemigos nos rodean y son demasiado
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