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↑ ÍNDICE


                                                      Carta a los Amigos de la Cruz


                   Toda la perfección cristiana consiste en querer ser santo:
                   “Si alguno quiere venir en pos de mí”; en renunciar a sí
                   mismo: “que renuncie a sí mismo”; en sufrir: “que cargue
                   con su cruz”, sin arrastrarla o tolerarla, sino llevándola con
                   gozo; y finalmente en actuar: “que me siga”.

                   La cruz es necesaria como fuente de salvación y de gozo. La
                   rica experiencia de Montfort misionero le hace comprender
                   el gozo de los mártires que entregan su vida por Cristo
                   entre cánticos de alegría, como San Pablo que reboza de
                   gozo en sus tribulaciones. San Luis María proclama igual
                   gozo  en  la  mayoría  de  sus  cartas,  haciendo  eco  a  San
                   Agustín: “Qué cruz  no tener cruces”. “Jamás la cruz sin
                   Jesús, ni Jesús sin la cruz” (ASE 172). Por eso pide a sus
                   amigos con profunda convicción: “Pidan la sabiduría de
                   la cruz; pídanla incesante e insistentemente, sin titubeos,
                   sin temor de no alcanzarla, e infaliblemente la obtendrán.
                   Entonces comprenderán, por experiencia propia, cómo se
                   puede llegar a desear, buscar y saborear la cruz” (AC 45).

                   Hay que aceptar con amor el sufrimiento cuando lo envía
                   Dios;  pero,  aprovechando  con  generosidad  todas  las
                   ocasiones  de  mortificarse,  es  igualmente  importante  no
                   procurarse cruces por cuenta propia sin el consejo de un
                   buen director. En la óptica de Montfort, que es la óptica del
                   Evangelio, no hay que buscar directamente la cruz, sino la
                   sabiduría, es decir: a Jesús, Sabiduría eterna y encarnada,
                   que  nos  hará  comprender  el  sentido  del  sufrimiento  y
                   gustar el gozo que conlleva. Todas las obras de San Luis
                   María respiran este tema.

                   El  Papa  Pío  XII  decía  a  los  peregrinos  llegados  a  Roma
                   para la canonización de Luis María Grignion de Montfort:
                   “La Cruz de Jesús y la Madre de Jesús son los dos polos
                   de la vida y del apostolado de Montfort... Crucificado él
                   mismo, tenía el derecho de predicar a Cristo crucificado.
                   A  contracorriente,  por  todas  partes  levantaba  calvarios,
                   que luego reconstruía con infatigable paciencia donde el
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