Page 413 - Obras_Completas_2da_Ed
P. 413
↑ ÍNDICE
Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
En el Santo Bautismo no nos consagramos explícitamente
por manos de María ni entregamos a Jesucristo el valor
de nuestras buenas acciones. Y después de él quedamos
completamente libres para aplicar dicho valor a quien
queramos o conservarlo para nosotros. Por esta devoción,
en cambio, nos consagramos expresamente a Nuestro
Señor por manos de María y le entregamos el valor de
todas nuestras buenas acciones.
127 “Los hombres hacen voto en el Bautismo –dice
Santo Tomás– de renunciar al diablo y a sus pompas”. Y
“este voto –había dicho San Agustín– es el mayor y más
indispensable”. Lo mismo afirman los canonistas: “El
voto principal es el que hacemos en el Bautismo”. Sin
embargo, ¿quién cumple este voto tan importante? ¿Quién
observa con fidelidad las promesas del Santo Bautismo?
¿No traicionan casi todos los cristianos la fe prometida
a Jesucristo en el Bautismo? ¿De dónde proviene este
desconcierto universal? ¿No es, acaso, del olvido en que se
vive de las promesas y compromisos del Santo Bautismo y
de que casi nadie ratifica por sí mismo el contrato de alianza
hecho con Dios por sus padrinos?
128 Es tan cierto esto, que el concilio de Sens, convocado
por orden de Ludovico Pío para poner remedio a los
desórdenes de los cristianos, juzgó que la causa principal
de tanta corrupción de las costumbres provenía del
olvido e ignorancia en que vivían las gentes acerca de los
compromisos del Santo Bautismo, y no encontró remedio
más eficaz para combatir tamaño mal que excitar a los
92
cristianos a renovar las promesas y votos bautismales .
92 En el No. 48 de la RMat, el Papa Juan Pablo II presenta a san Luis
de Montfort como Testigo y Maestro de espiritualidad mariana
por la renovación y vivencia en su consagración de las promesas
bautismales. Es nota recibida de la tradición de la “Escuela francesa
de espiritualidad”. El Papa Clemente XI (junio 6 de 1706) había
confirmado esta línea de apostolado montfortiano y dado al P. de
Montfort el título de «Misionero apostólico». La fórmula “clásica” de
consagración que el P. de Montfort nos propone (ver ASE 225) y
las de sus “contratos de alianza” insisten en ello (ver págs. 802-804).
414