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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              En el Santo Bautismo no nos consagramos explícitamente
              por  manos de  María ni  entregamos a  Jesucristo el  valor
              de nuestras buenas acciones. Y después de él quedamos
              completamente  libres  para  aplicar  dicho  valor  a  quien
              queramos o conservarlo para nosotros. Por esta devoción,
              en  cambio,  nos  consagramos  expresamente  a  Nuestro
              Señor  por  manos  de  María  y  le  entregamos  el  valor  de
              todas nuestras buenas acciones.

              127      “Los  hombres  hacen  voto  en  el  Bautismo  –dice
              Santo Tomás– de renunciar al diablo y a sus pompas”. Y
              “este voto –había dicho San Agustín– es el mayor y más
              indispensable”.  Lo  mismo  afirman  los  canonistas:  “El
              voto  principal  es  el  que  hacemos  en  el  Bautismo”.  Sin
              embargo, ¿quién cumple este voto tan importante? ¿Quién
              observa con fidelidad las promesas del Santo Bautismo?
              ¿No  traicionan  casi  todos  los  cristianos  la  fe  prometida
              a  Jesucristo  en  el  Bautismo?  ¿De  dónde  proviene  este
              desconcierto universal? ¿No es, acaso, del olvido en que se
              vive de las promesas y compromisos del Santo Bautismo y
              de que casi nadie ratifica por sí mismo el contrato de alianza
              hecho con Dios por sus padrinos?

              128   Es tan cierto esto, que el concilio de Sens, convocado
              por  orden  de  Ludovico  Pío  para  poner  remedio  a  los
              desórdenes de los cristianos, juzgó que la causa principal
              de  tanta  corrupción  de  las  costumbres  provenía  del
              olvido e ignorancia en que vivían las gentes acerca de los
              compromisos del Santo Bautismo, y no encontró remedio
              más  eficaz  para  combatir  tamaño  mal  que  excitar  a  los
                                                               92
              cristianos a renovar las promesas y votos bautismales .
              92  En el No. 48 de la RMat, el Papa Juan Pablo II presenta a san Luis
                 de  Montfort como  Testigo y Maestro  de  espiritualidad  mariana
                 por  la  renovación  y  vivencia  en  su  consagración  de  las  promesas
                 bautismales. Es nota recibida de la tradición de la “Escuela francesa
                 de  espiritualidad”.  El  Papa  Clemente  XI  (junio  6  de  1706)  había
                 confirmado  esta  línea  de  apostolado  montfortiano  y  dado  al  P.  de
                 Montfort el título de «Misionero apostólico». La fórmula “clásica” de
                 consagración que el P. de Montfort nos propone (ver ASE 225) y
                 las de sus “contratos de alianza” insisten en ello (ver págs. 802-804).
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