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↑ ÍNDICE
Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen
la buena y recta intención de agradar a Dios sólo, unirse a
Jesucristo, nuestra meta final, y edificar al prójimo; 2. con
atención, sin distracciones voluntarias; 3. con devoción, sin
precipitación ni negligencia; 4. con modestia y compostura
corporal respetuosa y edificante.
2. LA PRÁCTICA MÁS PERFECTA
118 Después de todo, protesto abiertamente que –aunque
he leído todos los libros que tratan de la devoción a la
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Santísima Virgen y conversado familiarmente con las
personas más santas y sabias de estos últimos tiempos– no
he logrado conocer ni aprender una práctica de devoción
semejante a la que voy a explicar, que te exija más sacrificios
por Dios, te libre más de ti mismo y de tu egoísmo, te
conserve más firme y fielmente en la gracia y la gracia en
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ti, te una más perfecta y fácilmente a Jesucristo y sea más
gloriosa para Dios, más santificadora para ti mismo y más
útil al prójimo.
119 Dado que lo esencial de esta devoción consiste en
el interior que ella debe formar, no será igualmente
comprendida por todos: algunos se detendrán en lo que
tiene de exterior, sin pasar de ahí: será el mayor número;
otros, en número reducido, penetrarán en lo interior de
la misma, pero se quedarán en el primer grado. ¿Quién
subirá al segundo? ¿Quién llegará hasta el tercero? ¿Quién,
finalmente, permanecerá en él habitualmente? Sólo aquel
a quien el Espíritu Santo de Jesucristo revele este secreto
y lo conduzca por sí mismo para hacerlo avanzar de
virtud en virtud, de gracia en gracia, de luz en luz, hasta
transformarlo en Jesucristo y llevarlo a la plenitud de su
madurez sobre la tierra y perfección de su gloria en el cielo.
86 Siendo seminarista, el P. de Montfort fue bibliotecario. Tuvo entonces
la oportunidad de leer y sacar notas abundantes. Esos apuntes nos han
quedado en un grueso Cuaderno de Notas. J.B. Blain, amigo del santo,
testifica también su sed de lectura mariana.
87 Ver LG 60.66.
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