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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              comunique  a  otros  –porque  nuestros  méritos,  gracias  y
              virtudes,  estrictamente  hablando,  son  incomunicables;
              únicamente Jesucristo, haciéndose fiador nuestro ante el
              Padre,  ha  podido  comunicarnos  sus  méritos–,  sino  para
              que nos los conserve, aumente y embellezca, como veremos
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              más adelante . Le entregamos nuestras satisfacciones para
              que las comunique a quien mejor le plazca y para mayor
              gloria de Dios.

              123   De donde se deduce que:

              1.   por esta devoción entregas a Jesucristo, de la manera
              más  perfecta  –puesto  que  lo  entregas  por  manos  de
              María–, todo cuanto le puedes dar y mucho más que por
              las demás devociones, por las cuales le entregas solamente
              parte de tu tiempo, de tus buenas obras, satisfacciones y
              mortificaciones.

              Por esta consagración le entregas y consagras todo, hasta el
              derecho de disponer de tus bienes interiores y satisfacciones
              que cada día puedes ganar por tus buenas obras, lo cual no
              se hace ni siquiera en las órdenes o institutos religiosos.
              En éstos se dan a Dios los bienes de fortuna por el voto
              de pobreza, los bienes del cuerpo por el voto de castidad;
              la propia voluntad, por el voto de obediencia, y algunas
              veces la libertad corporal, por el voto de clausura. Pero no
              se entrega a Dios la libertad o el derecho de disponer de
              las buenas obras, ni se despoja uno, cuanto es posible, de
              lo más precioso y caro que posee el cristiano, a saber: los
              méritos y satisfacciones.


              124    2.  Una  persona  que  se  consagra  y  entrega
              voluntariamente a Jesucristo por medio de María, no puede
              ya  disponer  del  valor  de  ninguna  de  sus  buenas  obras;
              todo lo bueno que padece, piensa, dice y hace pertenece a
              María, quien puede disponer de ello según la voluntad y
              mayor gloria de su Hijo.

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