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                                   La Compañía de María, Regla de los Sacerdotes Misioneros


                   5.  SU DESPRECIO DEL MUNDO

                   37  1. No comparten las ideas del mundo, ni aman sus
                   máximas, ni se comportan según sus modas.

                   38  2. Tienen como lema: no se amolden a este mundo, (Rm
                   12,2). Por ello evitan, en la medida de lo posible, sin herir la
                   caridad ni la obediencia, cuanto sepa a espíritu mundano,
                   como la peluca y el solideo, los manguitos y los guantes,
                   las fajas volantes, los zapatos elegantes, las telas lujosas, los
                   sombreros lustrosos, el tabaco en polvo o en cualquier otra
                   forma, etc.


                   39  3. No condenan en forma absoluta a quienes, por bien
                   parecer o necesidad, se sirven en el mundo de tales cosas.
                   Pero responden a quienes les quieran inducir a ellas: nosotros
                   no tenemos tal costumbre, (1Co 11,16). Y, dado que por su
                   ministerio hacen abiertamente profesión de combatir al
                   mundo, anticristo y enemigo de la virtud, se alejan cuanto
                   más pueden aun de las cosas indiferentes que poco a poco
                   les acercarían a él: quien desprecia lo pequeño, se irá arruinando,
                   (Eclo 19,1).


                   40  4. No hacen, sin embargo, ostentación de singularidad
                   alguna en su exterior. Según las posibilidades que la divina
                   Providencia, su madre y nodriza, les proporcione, cuidan de
                   vestir como los buenos eclesiásticos, y en concreto, como los
                   del seminario de San Sulpicio de París, sin usar alzacuello,
                   ni sombrero, ni manteo, ni otro vestido distinto del de los
                   demás.

                   41  5. Durante la misión no van nunca a comer a casas de
                   particulares, excepto una o dos veces a la del párroco del
                   lugar. Fuera del tiempo de misiones, van raras veces y con
                   permiso expreso del superior.

                   42  6. No escriben ni reciben cartas sin ponerlas en manos
                   del superior, quien las lee, si le parece bien.
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