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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort


              58  9. Procuran que casi todos hagan una confesión general.
              Si no la necesitan, dado que sus confesiones precedentes
              han sido válidas, les será siempre muy provechosa por la
              humildad que en ella se practica; a menos que se trate de
              personas escrupulosas, que son raras.

              59  10. No son demasiado rígidos ni demasiado indulgentes
              en las penitencias ni en dar la absolución. Su criterio será
              el de la prudencia y la verdad, que les ofrecen en detalle
              el «Método uniforme que los misioneros deben observar
              en la administración del sacramento de la penitencia para
              renovar el espíritu del cristianismo y un manuscrito más
              extenso que tienen entre manos, intitulado el Veni-mecum
              del buen misionero.»

              60  11. Siendo el ministerio de la predicación de la palabra
              de Dios el más amplio, saludable y difícil de todos, los
              misioneros se aplican asiduamente al estudio y la oración
              a fin de alcanzar de Dios el don de sabiduría, tan necesario
              a un verdadero predicador para conocer, gustar y hacer
              gustar a las almas la verdad. Nada más fácil que predicar
              a la moda. Pero ¡qué cosa tan difícil y sublime es predicar
              como los apóstoles! Hablar como el sabio por experiencia, (Sab
              7,15), o como dice Jesucristo: de la abundancia del corazón, (Mt
              12,34); haber recibido de Dios, en recompensa de los trabajos
              y oraciones: una lengua, (Eclo 51, 30) ... labios y sabiduría a
              las que ningún adversario podrá resistir ni refutar, (Lc 21,15).
              Entre mil predicadores –entre diez mil podría decir sin faltar
              a la verdad– apenas si hay uno que posea este gran don
              del Espíritu Santo. La mayor parte no tienen sino lengua,
              boca y sabiduría humanas. Por ello iluminan, impactan
              y convierten a tan pocas almas con sus palabras, aunque
              las tomen de la Sagrada Escritura y de los Padres, aunque
              las verdades que predican estén muy bien confirmadas,
              probadas, ordenadas, pronunciadas y sean muy escuchadas
              y aplaudidas. Sermones muy bien escritos, lenguaje elegante
              y escogido, pensamientos ingeniosos, frecuentes citas de la
              Sagrada Escritura y de los Padres, gestos bien estudiados,
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