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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
la gente. Porque no está bien que por su caridad universal
destruya el abandono a la Providencia que profesan los
misioneros para el bien mismo de las gentes.
52 3. Uno o dos misioneros van –cuando les sea posible–
quince días antes de la misión para anunciarla, a fin de que
mediante este pregón fervoroso: 1º hagan cesar el pecado;
2º preparen el camino a Jesucristo, como lo hacían los
discípulos que el Señor enviaba de dos en dos a los lugares
adonde se dirigía, (ver Lc 10,1); 3º organicen la oración,
para merecer la gracia de la misión, inspirando para ello
a las gentes que recen todos los días el rosario de quince o
cinco misterios. Así, cuando lleguen, lo hallarán todo bien
dispuesto.
53 4. Procuran que el número de personas a quienes dan
la misión sea proporcionado al número de misioneros
que la predican, porque “quien mucho abarca, poco
aprieta”. Por consiguiente, no predican la misión más que
a una parroquia, si es grande, o a determinado número de
pequeñas parroquias, vecinas unas de otras. Y no admiten,
sino por privilegio especial del superior, a ningún feligrés
perteneciente a parroquias que no estén señaladas para la
misión. No quiero decir que les prohíban oír la predicación,
puesto que la iglesia y la palabra de Dios son para todos.
Pero no les atienden en confesión, para que así los feligreses
de la parroquia donde trabajan se vean más santamente
impelidos a confesarse, sin que puedan pretextar con
fundamento que confiesan a los forasteros antes que a los
que reciben la misión.
54 5. En los días de trabajo predican regularmente mañana
y tarde, según la comodidad de las gentes a quienes tratan
de ganar para Cristo. Su predicación no debe durar, de
ordinario, más de tres cuartos de hora y no pasar de una
hora. En los días de fiesta, además de estas dos ocasiones,
predican también en la misa mayor. Y hacia la una de la
tarde dan una conferencia para instruir a los fieles.
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