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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
–como peregrinos y extranjeros que son– para no mirar las
casas donde los reciben sino como albergues, de los cuales
salen –una vez cumplida su misión– para seguir corriendo
sin descanso: Los destiné a que se pongan en camino, (Jn 15,16).
13 4. Durante la misión no pueden recibir como limosna
ningún dinero de aquellos a quienes predican la misión.
Pero terminada ésta pueden recibir, a través del superior,
las limosnas que por pura caridad o gratitud les ofrezcan.
14 5. Les está absolutamente prohibido, durante la misión
o después de ella, pedir nada directa o indirectamente: ni
dinero, ni pan, ni ninguna otra cosa. Confían enteramente
y para todo en los cuidados de la divina Providencia,
que hará milagros antes que abandonar en la necesidad a
quienes confían en ella. No les está prohibido, sin embargo,
manifestar, en público o en privado, su precaria situación
económica y sus reglas sobre el particular.
15 6. Como los religiosos de la Compañía de Jesús, celebran
gratuitamente todas sus misas por aquellos y aquellas que
se las pidan. Pueden encargarse hasta de una treintena,
pero no más. Si les quieren dar alguna gratificación o
retribución, harán que el director o el ecónomo la reciban
después de la misión. El director de la misión, por su parte,
no debe, ordinariamente, celebrar la santa misa sino por los
bienhechores de los misioneros y de los pobres. Y no omitirá
el hacerlo saber públicamente.
16 7. Cuando van a misionar, el director o el ecónomo lleva
consigo algún dinero de limosnas, si lo hay, para ayudar
a la reparación de las iglesias y alimentar a los pobres de
los lugares donde misionan. En caso de que las gentes,
por dureza o pobreza, no quieran darles lo necesario,
pueden servirse de aquel dinero para su mantenimiento
y alimentación. Industriosa economía, que, lejos de ser
contraria al abandono a la Providencia, es más bien
instrumento de ella para ayudar a los misioneros y estimular
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