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↑ ÍNDICE
La Compañía de María, Regla de los Sacerdotes Misioneros
a las gentes para que contribuyan a la reparación de las
iglesias y a la manutención de los pobres. Además, el Señor
nos dio ejemplo, teniendo bolsa común para sus necesidades
y las de los pobres, (ver Jn 12,6; 13,29).
17 8. Si algún sacerdote trae dinero consigo al entrar en
la Compañía, lo deja todo, sin reserva, en la bolsa de la
Providencia. Si, después de haber entrado en la Compañía,
los parientes o amigos le dan alguna limosna o estipendios de
misas sin haberlos él pedido, lo incorpora todo igualmente
en la bolsa común para que se aplique a las necesidades de
toda la comunidad, sin reclamar fruto alguno particular ni
privilegio especial, portándose exactamente como quien no
ha traído nada y a quien nada se le ha dado.
18 9. Si el misionero, antes o después de los votos, sale de la
Compañía por su voluntad, sin permiso o por desobediencia
formal, no puede exigir parte alguna ni indemnización por
lo que ha dado como limosna a la Compañía de los pobres
voluntarios. Pero, si sale contra su voluntad, por alguna falta
considerable que no sea desobediencia formal, se tendrá en
cuenta –al menos en parte– lo que ha dado, deducidos sus
gastos.
3. SU OBEDIENCIA
19 1. Obedecen a sus superiores y a las Reglas enteramente,
sin excepción; prontamente, sin dilaciones; gozosamente, sin
amargura; ciegamente, sin razonamiento, y santamente, por
solo Dios. Lo que se dice pronto, pero es difícil de practicar,
si se tiene en cuenta la fuerza de arrastre del ambiente –aun
eclesiástico– que sigue sus propios caprichos, y la corrupción
de la propia voluntad, que sólo gusta hacer lo que le agrada
y porque le agrada. Y, sin embargo, esta obediencia es en esta
Compañía –lo mismo que en la de Jesús– el fundamento y
apoyo inquebrantable de toda santidad y de todos los frutos
que Dios produce y producirá por su ministerio.
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