Page 684 - Obras_Completas_2da_Ed
P. 684
↑ ÍNDICE
La Compañía de María, Regla de los Sacerdotes Misioneros
11 2. No poseen en la Compañía dineros ni muebles
en propiedad secreta o públicamente. La comunidad
les proporciona todo lo necesario para el vestido y la
manutención en la medida en que la divina Providencia se
lo da a ésta por sí misma.
12 3. La Compañía no tiene ni puede tener en propiedad
más que dos casas en el reino: una en París, para formar
eclesiásticos en el espíritu apostólico; la otra, fuera de la
capital, en una provincia del reino, para que los miembros
de la Compañía puedan descansar cuando no tienen trabajo
apostólico entre manos y terminar sus días en el retiro y la
soledad después de haber dedicado los más hermosos a
la conquista de las almas. La Compañía puede recibir de
manos de la divina Providencia otras casas en las diferentes
diócesis adonde Dios la llame. Pero aceptará solamente
el usufructo de ellas, como el inquilino en una casa, o
únicamente la habitación, como el forastero en una fonda. Si
nadie quiere ofrecerle una casa, no la pedirá; se contentará
con alquilar alguna, en el campo con preferencia a la ciudad.
Pero, si alguna persona caritativa le hace donación de una
casa, la Compañía consigna por escrito la propiedad de la
misma al obispo del lugar y a sus sucesores, conservando
para sí solamente el usufructo. El obispo y sus sucesores
tienen, por tanto, plenos poderes y derechos para quitar
dicha casa a los misioneros si éstos, con el tiempo, viven allí
sedentarios y no cumplen sus deberes. Y pueden dedicar
dicha casa a otros servicios caritativos más útiles a las gentes,
aunque sin disponer de los frutos para sí mismos.
En esta forma, los misioneros no quedan fijos en ningún
lugar, como lo están, de ordinario, las comunidades más
regulares. En cambio, quedan más sólidamente fundados en
solo Dios abandonados siempre y sin reserva a los cuidados
de su Providencia. De esta manera, las contribuciones,
censos y litigios que acompañan casi necesariamente la
posesión de tierras y casas no los distraen nunca de las
tareas apostólicas. Así, quedan, además, mejor dispuestos
685