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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
divinidad del Corazón de Jesús crucificado! Si Dios no me
hubiera dado más ojos que los que recibí de mis padres, me
quejaría, me inquietaría con los locos y locas de este mundo
corrompido. Pero ¡Dios me libre de hacerlo! Sábete que
espero mayores y más dolorosos trastornos, que pondrán
a prueba nuestra fidelidad y confianza y cimentarán la
comunidad de la Sabiduría no sobre la arena movediza
del oro o de la plata -de la que se sirve el demonio para
consolidar y enriquecer cada día sus posesiones-, ni sobre
el brazo de carne de ningún mortal, que, por sagrado o
poderoso que sea, no deja de ser más que un puñado de
heno, sino para fundarla sobre la Sabiduría misma de la
cruz del Calvario. Quedó teñida esta divina y adorable cruz,
quedó teñida y enrojecida con la sangre de un Dios, escogida
entre todas las criaturas para convertirse en la única esposa
de su corazón, el único objeto de sus anhelos, el único centro
de sus aspiraciones, el único fin de sus trabajos, la única
arma de su brazo, el único cetro de su imperio, la única
corona de su gloria y la única compañera de su tribunal. Y,
sin embargo, ¡oh incomprensibles designios!, esta cruz ha
sido derribada con desprecio y horror, escondida y olvidada
dentro de la tierra durante cuatrocientos años, etc.
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Queridas hijas : apliquemos todo esto al estado en que se
encuentran actualmente. Les llevo conmigo en todas partes
hasta en el altar. No les olvidaré nunca, con tal que amen mi
querida cruz, en la que estoy unido a ustedes, mientras no
hagan su propia voluntad, sino la santa voluntad de Dios,
en la cual soy todo de ustedes...
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12 Este último párrafo va dirigido a toda la comunidad.
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