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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
El primer medio: un deseo ardiente: ASE 181-183
Siendo joven sacerdote escribía a su hermana Guyonne
Jeanne, en 1702: “En la amable cruz se halla encerrada la
verdadera Sabiduría, que noche y día busco con más ardor
que nunca” (C 13). Lo consume pues un deseo ardiente y
constante. En 1703, le confía a María Luisa Trichet: “Si con
todo esto alcanzo la divina Sabiduría por la cual suspiro día
y noche” (C 15). Y en octubre del mismo año: “Oh! ¿Cuándo
lograré poseer esta amable y divina Sabiduría? ¿Cuándo
vendrá a morar en mí?” (C 16). El mismo año suplica a
su hermana Guyonne-Jeanne: “Pide y haz pedir la divina
Sabiduría para mí que en Jesús y María soy tu hermano”
(C 17).
En 1706 se dirige a sus amigos de Montbernage: “Busco la
divina Sabiduría. Ayúdenme a encontrarla... No cabe duda,
solo y miserable como soy, pereceré si la Santísima Virgen y
las almas buenas –las suyas en particular– no me sostienen y
alcanzan de Dios el don de la palabra o la divina Sabiduría
que remedie todos mis males y sea el arma poderosa contra
mis enemigos” (CM 11).
Al terminar la misión de Saint-Pompain, en diciembre
de 1715, los Penitentes Blancos de la parroquia van en
peregrinación a Nuestra Señora des Ardilliers, en Saumur.
Montfort les da un reglamento a modo de carta, en la que
abre su corazón, y cuyo primer punto refleja el pensamiento
y el alma ardorosa del misionero: “No tendrán en esta
peregrinación otra finalidad que:
1º alcanzar de Dios, por intercesión de la Santísima Virgen,
buenos misioneros... 2º el don de la Sabiduría, a fin de conocer,
saborear y practicar la virtud y hacerla saborear y practicar por
los demás” (RP 1). Igual deseo expresan los CT 103, 124-126.
El segundo medio: Oración continua: ASE 184-193
Para Montfort la oración es realmente, desde su juventud, la
respiración de su alma. Velando a los muertos pasa cuatro
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