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↑ ÍNDICE


                                                     El Amor de la Sabiduría Eterna

                                   CAPÍTULO PRIMERO      6


                        PARA AMAR Y BUSCAR A LA SABIDURÍA
                              ES NECESARIO CONOCERLA



                   1.   NECESIDAD DE CONOCER A LA DIVINA
                       SABIDURÍA

                   8    ¿Se puede, acaso, amar lo que no se conoce? ¿Se puede
                   amar con ardor lo que sólo se conoce imperfectamente?

                   ¿Por  qué  es  tan  poco  amada  la  Sabiduría  eterna  y
                   encarnada,  el  adorable  Jesús?  –¡Porque  poco  o  nada  se
                   le  conoce!– Apenas  si  hay  alguien  que  estudie  como  es
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                   debido  –junto  con  el  Apóstol –la  sobreeminente  ciencia
                   de Jesucristo, la más noble, útil y necesaria de todas las
                   ciencias y conocimientos del cielo y de la tierra.

                   9    1. Es,  ante todo,  la  ciencia  más  noble.  Efectivamente,
                   tiene  por  objeto  lo  más  noble  y  sublime,  a  saber:  la
                   Sabiduría increada y encarnada, que encierra en sí misma
                   toda la plenitud de la divinidad y de la humanidad, todo
                   lo grandioso que hay en el cielo y en la tierra, todas las
                   criaturas visibles e invisibles, espirituales y corporales.

                   Dice  San  Juan  Crisóstomo  que  Nuestro  Señor  es  un
                   compendio de las obras divinas, una síntesis de todas las
                   perfecciones de Dios y de las criaturas.

                   6   En este capítulo, especialmente en los números 8-12, el P. de Montfort
                      resume a Saint-Jure, De la connaissance et l’amour du Fils de Dieu,
                      Notre- Seigneur Jésus-Christ, 1 1 c 3 n 2.3. En forma muy pedagógica
                      insiste sobre la noción mínima que se debe tener de “sabiduría” para
                      poder correr en busca de ella. Todo el capítulo, desde bases bíblicas y
                      filosóficas, comenta lo bueno, útil y necesario que es conocer a Jesucristo,
                      la Sabiduría eterna y encarnada. Un conocimiento siempre nuevo -Dios
                      no se repite- nos brindará el “ardor siempre renovado” de los caminos
                      nuevos del Evangelio. El P. de Montfort nos lleva a una neta clarificación,
                      definición y división del tema a tratar.
                   7   Ef 3,19: “Serán capaces de conocer... lo que supera a todo conocimiento,
                      el amor de Cristo, llenándose ustedes de la plenitud total que es Dios...”.
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