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↑ ÍNDICE
El Amor de la Sabiduría Eterna
Hay varias clases de sabiduría:
En primer lugar, distingamos la sabiduría verdadera de la
falsa. La verdadera es el gusto de la verdad sin mentira ni
disfraz. La falsa es el gusto de la mentira con apariencia de
verdad.
La falsa es la sabiduría o prudencia humana. A la que el
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Espíritu Santo divide en terrena, carnal y diabólica .
La verdadera sabiduría se divide en natural y sobrenatural.
La natural es el conocimiento de las cosas naturales en sus
últimos principios. La sobrenatural es el conocimiento de
las cosas sobrenaturales y divinas en su propio origen.
La sabiduría sobrenatural se divide en sustancial e increada
y en accidental y creada. La sabiduría accidental y creada
es la comunicación que hace de sí misma a los humanos
la Sabiduría increada; en otras palabras: es el don de la
sabiduría.
La sabiduría sustancial e increada, a su vez, es el Hijo de
Dios, segunda persona de la Santísima Trinidad, es decir, la
Sabiduría eterna en la eternidad y Jesucristo en el tiempo.
Hablaremos propiamente de esta Sabiduría eterna.
14 La contemplaremos, subiendo hasta su origen en
la eternidad, en el seno del Padre, como objeto de sus
complacencias. La veremos brillar en el tiempo, durante
“No tendrán en esta peregrinación otra finalidad que: a) alcanzar de Dios...
buenos misioneros...; b) alcanzar el don de sabiduría a fin de conocer,
saborear y practicar la virtud y hacerla saborear y practicar por los demás”
(Ver pág. 795). Esa etimología se encuentra ya en San Isidoro, Etym.
10: PL 82,392-393; en Santo Tomas, S. Th. I q.43 a.5 ad 2; en San
Bernardo, Sermo 85 in Cant. n 8,9: PL 183,1191-1192.
14 Sant 3,15.17: “Esa no es sabiduría que baja del cielo, sino terrena, animal
y demoníaca… En cambio, la sabiduría que procede del cielo es ante todo
limpia; además es pacífica, comprensiva, dócil, llena de piedad y buenos
resultados, sin discriminación ni fingimiento”
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