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↑ ÍNDICE
El Amor de la Sabiduría Eterna
y vean... (Sal 34 [33],9). Coman y beban y embriáguense
(Cant 5,1) de mis dulzuras, pues su trato no desazona, su
intimidad no deprime, sino que regocija y alegra (Sab 8,16).
11 3. Este conocimiento es también el más útil y necesario,
porque la vida eterna consiste en conocer al Padre y a su
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Hijo Jesucristo .
Conocerte a ti –dice el autor sagrado dirigiéndose a la
Sabiduría– es justicia perfecta y acatar tu poder es la raíz de la
inmortalidad (Sab 15,3).
¿Quieres, pues, realmente la vida eterna? –Consigue el
conocimiento de la Sabiduría eterna.
¿Quieres alcanzar la santidad perfecta en este mundo?
–Conoce la Sabiduría.
¿Quieres plantar en tu corazón la raíz de la inmortalidad?
–Adquiere el conocimiento de la Sabiduría.
Conocer a Jesucristo, la Sabiduría encarnada, es saber lo
suficiente. Saberlo todo, pero no conocerlo a Él, es no saber
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nada .
12 ¿De qué sirve al arquero saber tirar flechas a los lados
del blanco si no sabe tirarlas al propio centro? ¿De qué nos
servirán todas las otras ciencias necesarias a la salvación si
carecemos de la de Jesucristo, única necesaria, centro y fin
de todas ellas?
Aunque el Apóstol de las gentes sabía muchas cosas y era
versadísimo en las letras humanas, confesaba que sólo
quería saber a Jesucristo crucificado. Con ustedes decidí
ignorarlo todo, excepto a Jesucristo, y a éste crucificado (1Cor 2,2).
11 Jn 17,3: “Esta es la vida eterna, reconocerte a ti como único Dios, y a tu
enviado Jesucristo...”
12 Adaptación de un texto de San Agustín, Confesiones, 5 c 4 n 7: PL
32,708-709.
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