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                                                             El Secreto de María


                   17  María es el molde maravilloso de Dios, hecho por el
                   Espíritu Santo para formar a la perfección a un Hombre-Dios
                   por la encarnación y para hacer al hombre partícipe de la
                   naturaleza divina, mediante la gracia. María es el molde
                   en el cual no falta ni un solo rasgo de la divinidad. Quien
                   se arroje en él y se deje moldear, recibirá todos los rasgos
                   de  Jesucristo,  verdadero  Dios.  Y  esto,  en  forma  suave  y
                   proporcionada  a  nuestra  debilidad,  sin  grandes  trabajos
                   ni angustias, de manera segura, sin peligro de ilusiones,
                   puesto que el demonio no tuvo ni tendrá jamás entrada
                   donde  esté  María;  de  manera  santa  e  inmaculada,  sin
                   rastro alguno de pecado.


                   18  Alma querida, hay una gran diferencia entre un cristiano
                   formado  en  Jesucristo  por  los  medios  corrientes  y  que
                   -como los escultores- se apoya en su habilidad personal,
                   y otro enteramente dócil, desprendido y disponible, que,
                   sin  apoyarse  en  sí  mismo,  confía  plenamente  en  María
                   para ser plasmado en Ella por el Espíritu Santo. ¡Cuántas
                   manchas, defectos, tinieblas, ilusiones, resabios naturales
                   y humanos hay en el primero! ¡Cuán purificado, divino y
                   semejante a Jesucristo es el segundo!


                       11. María es el paraíso de Dios

                   19   No hay ni habrá jamás creatura alguna –sin exceptuar
                   a los ángeles y santos del cielo–, en donde Dios manifieste
                   su gloria con tanta perfección como en María. Ella es el
                                   19
                   paraíso de Dios ,  su  mundo  inefable,  donde  el  Hijo  de
                   Dios ha entrado para realizar obras portentosas, guardarlo
                   y complacerse en él.

                   Dios creó un mundo para el hombre peregrino: es la tierra;
                   un  mundo  para  el  hombre  glorificado:  es  el  cielo;  un
                   mundo para sí mismo: es María.



                   19  Esta expresión “paraíso de Dios” es única en las obras del P. de Montfort.
                      En otras partes habla del “paraíso del Nuevo Adán” (ver VD 6 nota).
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