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↑ ÍNDICE


                                                             El Secreto de María


                   María se halla totalmente orientada hacia Dios y cuanto
                   más nos acercamos a Ella tanto más íntimamente nos une
                   a Él.
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                   María es el eco portentoso de Dios . Que cuando alguien
                   grita “¡María!”, responde “¡Dios!”; y, cuando –con santa
                   Isabel– la proclamamos dichosa, responde glorificando a
                   Dios (Lc 1,45-47).


                   Si los falsos iluminados, a quienes el demonio engaña tan
                   miserablemente, incluso en la oración, hubiesen encontrado
                   a  María,  y  por  María  a  Jesús,  y  por  Jesús  al  Padre,  no
                   hubieran  sufrido tan  lamentables  caídas. Una vez  hayas
                   encontrado a María, y por María a Jesús, y por Jesús al
                                                                 23
                   Padre, habrás encontrado –como dicen los santos – todos
                   los bienes, sin excepción alguna, toda la gracia y amistad
                   de Dios, la plena seguridad contra los enemigos de Dios,
                   la  verdad  completa  para  combatir  el  error,  la  facilidad
                   absoluta y la victoria definitiva en las dificultades que hay
                   en el camino de la salvación, la dulzura y el gozo colmados
                   en las amarguras de la vida.

                       13. María, consuelo en el sufrimiento


                   22  No quiere decir esto que cuando hayas encontrado a
                   María  por  una  actitud  de  verdadero  consagrado  a  Ella,
                                                                        24
                   vivas  exento  de  cruces  y  sufrimientos.  ¡Al  contrario!
                   Tendrás que sufrir más que los demás. Porque María, la
                   Madre de los vivientes, hace partícipes a sus hijos del Árbol
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                   de la vida, que es la cruz de Jesucristo . Pero, al repartirles
                   grandes cruces les comunica también la gracia de cargarlas
                   con paciencia y hasta con alegría. Ella, en efecto, endulza
                   22  Ver VD 225.
                   23  Hay que citar en este sentido: Ricardo de San Lorenzo, De laudibus
                      B.M.V., l.2 (Bogardi, Duaci 1625, col.77A); Ramon Jordan (Idiota), Piæ
                      lectiones seu contemplationes, in proem. (Bourasse, Summa Aurea, vol
                      4, col.851). Montfort apuntó este último texto en su Cuaderno de Notas
                      (CN p.102).
                   24  Ver VD 153-154.
                   25  Ver SM 70 y nota.
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