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↑ ÍNDICE


                                                             El Secreto de María


                   31  ¡Sí! Confía también a la Santísima Virgen tus propios
                   méritos para que te ayude a conservarlos, acrecentarlos y
                   embellecerlos. No para que los distribuya, pues los méritos
                   de la gracia santificante y de la gloria son incomunicables.

                   María podrá, en cambio, aplicar a quien lo desee el valor
                   satisfactorio e impetratorio de todas tus oraciones y buenas
                   obras. Si después de consagrarte así a María quieres aliviar a
                   un alma del purgatorio, orar por la salvación de un pecador
                   o por un amigo, y aplicar a estas intenciones tus oraciones,
                   limosnas,  mortificaciones  y  sacrificios,  puedes  hacerlo,
                   pidiéndolo  humildemente  a  María  y  conformándote  a
                   su voluntad, aunque no la conozcas. Persuadido de que
                   María, escogida por Dios para comunicarnos sus gracias y
                   dones, no podrá menos de aplicar el valor de tu actividad
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                   a la mayor gloria de Dios .
                   32   He dicho que esta devoción consiste en una consagración
                   a María. Consagración tan plena y definitiva que puede
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                   compararse a una esclavitud .
                   Pero no hablo de la esclavitud natural: dependencia por la
                   cual toda creatura, todo ser humano, bueno o malo, recibe
                   de Dios la existencia y el ser. Menos aún de la sumisión
                   forzada a Dios, propia de demonios y condenados.

                   Hablo sí de la esclavitud de amor y voluntad; que es una
                   consagración total a Dios por María, del modo más perfecto
                   en que una creatura puede entregarse a su Creador.

                   33    Date  cuenta,  además,  de  que  hay  mucha  diferencia
                   entre criado y esclavo. El criado exige paga por sus servicios;
                   el esclavo, no. El criado es libre de abandonar a su señor
                   y sólo se compromete con él por tiempo determinado; el
                   esclavo se compromete con él de tiempo completo y para
                   siempre. El criado no concede a su señor derecho de vida y

                   33  Ver VD 122.132.
                   34  Ver VD 69-71.
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